Inicio Destacadas Empresarios financian el “pensamiento crítico” opositor

Empresarios financian el “pensamiento crítico” opositor

78

Sin Embargo

En los últimos días, SinEmbargo ha publicado una serie de reportajes donde se describe la red de organizaciones civiles que han servido de vestido a los grupos de poder para incidir en la agenda pública del país y que, en las elecciones de 2021, son el alma de la alianza entre PAN, PRI y PRD.
El siguiente artículo de la investigadora Alejandra Salas-Porras, que se reproduce con autorización de la autora, describe cómo los grandes empresarios mexicanos no expresan su pensamiento individualmente sino por medio de estas organizaciones. Y son ellos los que las financian para tener “centros de pensamiento” que operan su agenda.
El texto es un resumen del capítulo “Los empresarios y los centros de pensamiento en México”, incluido en Pensamiento empresarial latinoamericano en el siglo XXI, obra editada por Gina Giacalone para la editorial Universidad Cooperativa de Colombia, Bogotá.

Ciudad de México, 14 de mayo .– Salvo algunas excepciones, los grandes empresarios mexicanos no expresan su pensamiento individualmente sino por medio de las organizaciones que controlan. Éstas pueden ser asociaciones creadas para representar sus intereses, instituciones de educación media y superior, fundaciones y los centros de pensamiento (think tanks) constituidos, financiados o auspiciados por dichos capitalistas. Entre todas esas organizaciones hay numerosas conexiones tanto desde el punto de vista de quienes las dirigen como de los objetivos propuestos. Sus directivos articulan redes de diferente alcance a fin de propagar sus posiciones en diversos medios, influir en las políticas públicas, intervenir de distintas formas en la sociedad y dirigir así el país en una dirección afín a sus intereses y preferencias. Los think tanks se encuentran en el centro de dichas redes, de alcances nacional, regional e internacional.

El presente trabajo se propone identificar a los centros de pensamiento controlados o promovidos por los grandes empresarios mexicanos, y analizar su pensamiento a través de su agenda, sus publicaciones y sus principales acciones. Se parte del principio de que dicho pensamiento no es homogéneo, por lo que se tratará de identificar diferencias a partir de las políticas públicas que esas organizaciones promueven para enfrentar los problemas nacionales y regionales. Se argumenta que los centros controlados por los grandes empresarios abarcan amplia gama de posiciones ideológicas: desde la extrema derecha hasta el neoliberalismo (tecnocrático o no) y el liberalismo social, lo que se expresa en tensiones diversas en la dinámica de las redes y del campo de poder donde se insertan.

¿Por qué los empresarios se interesan en crear, sostener y promover centros de pensamiento independientes? Se argumenta que éstos no tienen filiación orgánica con las asociaciones de representación de intereses empresariales y pueden por eso generar un conocimiento experto, que garantiza el mínimo de objetividad y neutralidad necesario para legitimar sus propuestas de política pública. Además, se han convertido en un espacio organizacional clave para los grandes empresarios por varios motivos: a) el conocimiento que generan les permite influir en el diseño de las políticas públicas y en las decisiones de los funcionarios, cabildear de manera informada en el Congreso e incidir en los procesos de reforma legislativa; b) propagar y defender sus preferencias políticas e ideológicas e influir en la opinión pública con su visión sobre los problemas nacionales; c) ganarse un espacio en la sociedad civil e intervenir en ámbitos de su interés (educación, salud, finanzas y comunicaciones, entre otros); y d) asumir múltiples tareas realizadas antes por el Estado.

Este trabajo analiza los centros independientes (1) no sólo porque representan un fenómeno relativamente nuevo en México sino porque reflejan el interés de los empresarios tanto de realizar investigación en políticas públicas en diversas esferas económicas y sociales como de ganar un espacio en el campo de las organizaciones de la sociedad civil a fin de difundir en este ámbito sus preferencias ideológicas y políticas. Se inspira, por un lado, en la visión crítica de Gramsci (Murray, 2017; y Carroll, 2013) que resalta la función de los intelectuales orgánicos de persuadir a las élites y la sociedad civil en general respecto a las políticas que les interesa promover, y de crear un sentido común a su alrededor; y, por otro lado, aplica el concepto campo de poder de Bourdieu (Bourdieu, 2005; Medvetz, 2012) a la dinámica observada en la relación entre los centros de pensamiento que compiten por influir en las políticas públicas, difundir el propósito social de éstas y naturalizar sus presupuestos en torno al mercado, el Estado y la sociedad. Se considera que la definición de David Peetz (2017) es especialmente relevante para los centros de pensamiento alineados de una forma u otra a con intereses empresariales, pues tal autor subraya su carácter de organizaciones que no representan intereses particulares (non-representative organisations). Conforme a Gramsci, para persuadir a los servidores públicos y a los ciudadanos en general, las organizaciones tienen que ofrecer conocimiento experto, distanciado de intereses particulares.

A partir de la última lista de McGann (2018) (2) se identificaron los centros de pensamiento independientes controlados por (o con influencia notoria de) intereses empresariales porque, si bien no están formalmente adscritos a ninguna organización empresarial, se infiere su filiación empresarial a partir de varios hechos, en particular a) la composición de las juntas de gobierno (cuando en ellas predominan grandes capitalistas y directivos de asociaciones empresariales); b) el contexto social en que surgen; c) el origen del financiamiento; d) las redes nacionales e internacionales que construyen; o e) una combinación de varios de estos hechos.

Dadas las limitaciones de espacio abordaremos sólo algunos de los hechos anteriores, y se estructurará la ponencia en los siguientes apartados: primero se ofrece un panorama general sobre los centros de pensamiento independientes en México, destacando los más afines a los intereses empresariales; en segundo lugar se identifican los de juntas de gobierno lideradas por grandes grupos empresariales; en tercer lugar se revisa el origen del financiamiento según el supuesto de que los patrocinadores de los centros muestran afinidad con sus intereses; y, por último, se caracterizan los centros de acuerdo con su orientación ideológica.

CENTROS DE PENSAMIENTO MEXICANOS CON VÍNCULOS EMPRESARIALES

De los 23 centros independientes incluidos en la lista de McGann de 2017 (publicada en enero de 2018), (3) por lo menos 16 evidencian alineamientos de diferente tipo con intereses de grandes empresarios. Algunos fueron creados por grandes empresarios, quienes suelen tener presencia notoria en las juntas de gobierno. Otros son patrocinados o auspiciados de distintas maneras por grandes corporaciones o fundaciones que apoyan sus líneas de investigación, agendas o filosofía. Y casi todos defienden la ideología liberal, aunque con matices importantes: desde el liberalismo social —que pone más énfasis en la igualdad de oportunidades y los derechos sociales—, y el tecnocrático —dedicado a proponer políticas públicas y evaluar el desempeño de los funcionarios con base en una investigación rigurosa de los resultados obtenidos— hasta el neoliberalismo y la extrema derecha. Estos dos últimos se pronuncian abiertamente a favor del libre mercado, la apertura comercial, los programas de privatización y el repliegue del Estado de la economía y la sociedad, pero la extrema derecha hace además mayor hincapié en las libertades individuales. A ello se agrega que tanto sus preferencias ideológicas como las tareas y funciones que cumplen varían también según las políticas económicas y sociales de su agenda. De esa forma, los centros clasificados como tecnocráticos se ocupan preferentemente en la investigación; mientras, los liberales y neoliberales han agregado tareas de activismo social y, en el caso de los de extrema derecha, tareas de propaganda. Empero, de nuevo, las divisiones no son tajantes y se aprecia cómo combinan en mayor o menor medida todas estas estrategias.

De los 23 centros independientes afines, por lo menos 14 abrazan una forma u otra de neoliberalismo. El resto (con o sin filiaciones con el sector empresarial) defiende valores liberales de tipo social o progresista. Las afinidades ideológicas se expresan tanto en las formas de colaboración para promover sus agendas y políticas públicas como en las conexiones entre los centros y sus consejeros e investigadores.

GRANDES EMPRESARIOS EN LAS JUNTAS DE GOBIERNO

La participación de grandes empresarios en las juntas de gobierno de los centros de pensamiento no significa necesariamente que éstos intervengan de modo abierto y directo en sus agendas, pero es probable que haya afinidad con la orientación política y el propósito social subyacente a sus líneas de investigación. Entre los centros de pensamiento cuyas juntas de gobierno tienen presencia preponderante de grandes empresarios figuran el Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO), el Instituto de Pensamiento Estratégico Ágora (IPEA) y la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud), los cuales además ocupan un lugar central en la red, con múltiples vínculos con otros centros independientes, académicos y de otro tipo.

Nueve de los centros con filiación empresarial tienen representantes capitalistas en la junta de gobierno. Destaca la presencia de Alejandro Ramírez Magaña (presidente de Grupo Cinépolis y expresidente del Consejo Mexicano de Negocios), quien figura cuatro veces en las juntas de gobierno de los centros; Daniel Servitje Motull (Grupo Bimbo), tres veces; y Valentín Diez Morodo y Alberto Baillères, con dos posiciones en tales órganos cada uno. Sin embargo, su presencia es mucho más notoria en el caso del IMCO, el IPEA y la Funsalud.

El IMCO fue creado en 2003, en el contexto de las negociaciones que llevaron a la firma de la Asociación para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte, o NAFTA Plus. Forma parte de la iniciativa del Consejo de la Competitividad de América del Norte (Luna y Velasco, 2017), (4) una de las tres organizaciones surgidas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA Plus) y se ha convertido en lugar de encuentro de los miembros de la élite corporativa de los tres países, entre quienes se encuentran, por el lado de México, Claudio X. González y Dionisio Garza Medina. Desde sus inicios, y hasta hoy, el IMCO se ha caracterizado por tener una agenda diversificada, con gran variedad de temas que inciden directa o indirectamente en la competitividad, como la corrupción, la educación, y el desempeño del Congreso y de los gobiernos.

El IMCO difunde sus ideas y propuestas a través de una presencia intensa en todos los medios de comunicación, particularmente la prensa y los medios electrónicos, donde participan muchos de sus investigadores. Asimismo, ha establecido relaciones institucionales de alto nivel con el sector público en los tres órdenes de gobierno, y en los sectores privado y académico. Tiene un papel central en la red de centros de pensamiento, donde se conecta a través de sus investigadores y consejeros con otros centros independientes. De los 22 miembros de la junta de gobierno del IMCO, por lo menos 15 presiden los consejos de administración de algunas de las mayores corporaciones mexicanas, además de cuatro miembros que dirigen asociaciones empresariales. Entre sus patrocinadores se encuentran organizaciones públicas como el Instituto Nacional de Salud Pública, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Embajada británica, además de —entre otras fundaciones— la International Community Foundation y Zennström Philanthropies (Salas Porras, 2018).

En la junta del IPEA también predominan grandes empresarios mexicanos pero, a diferencia del IMCO —dedicado más a la investigación sobre políticas públicas—, da mucho más importancia al trabajo de educación y persuasión política, especialmente entre los jóvenes.

Aunque, como argumenta la organización Transparify, la transparencia en el origen y uso de los recursos contribuye a dar credibilidad a los centros de pensamiento, (5) dar cuenta de su independencia y despejar dudas sobre los intereses que representan y defienden, en México no todos los centros independientes ofrecen información acerca del origen de su financiamiento. Éste sigue siendo un problema a cuyo respecto la información tiende a ser fragmentada, opaca o francamente ausente. Sin embargo, algunos de ellos son más transparentes y sus informes anuales reflejan que se sostienen con fondos privados y que otros los tienen de origen mixto (esto es, donaciones de corporaciones o fundaciones nacionales o extranjeras). De los que reciben financiamiento de grandes intereses empresariales sobresalen los casos del IMCO, que cuenta con el apoyo del Consejo Mexicano de Negocios; Cinépolis, grupo involucrado activamente en varios centros; el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, respaldado por 12 corporaciones; y el centro especializado en educación Mexicanos Primero, que recibe estímulo de asociaciones empresariales.

TECNOCRÁTICOS, LIBERALES Y DE EXTREMA DERECHA

Los mayores empresarios han construido una infraestructura organizacional a fin de promover no sólo sus preferencias en materia de políticas públicas sino, también, ideológicas. Desde luego, tales predilecciones se combinan en diferente medida; sin embargo, los dedicados a la investigación sobre políticas públicas tienen orientación eminentemente tecnocrática aunque, por supuesto, las políticas públicas promovidas descansan en presupuestos ideológicos más o menos claros. En contraste, los centros que dan más importancia a la promoción y propagación de ideas suelen ser más activistas y sus estrategias de persuasión son ideológicas y de derecha.

Alrededor de 14 de los centros vinculados a los empresarios muestran orientación neoliberal y, consecuentemente, defienden el libre mercado y el repliegue del Estado de la economía y la sociedad. Ello se aprecia en sus agendas, estrategias y las políticas públicas que dicha orientación supone (por ejemplo, la privatización de empresas, no intervención del Estado en la fijación de los precios, y liberalización comercial y financiera).

La orientación ideológica se caracterizó por la misión con que se fundan los centros, sus documentos más importantes y las intervenciones de sus representantes en los medios de comunicación, aunque la frontera entre el neoliberalismo tecnocrático y el de más de derecha resulta sutil y a veces difícil de trazar con claridad. El criterio más importante radica en que los centros tecnocráticos se dedican a la investigación de políticas públicas; y los más de derecha, a la divulgación y persuasión ideológicas, y al activismo. Sin embargo, en la última década los primeros han aumentado su activismo político a través de su incorporación a varias causas, en especial la lucha contra la corrupción y la formación de instituciones que la combatan.

De esa forma, los centros con orientación más tecnocrática son los interesados en impulsar políticas públicas a partir de la evidencia en el desempeño y la experiencia gubernamentales en cada una de las esferas de dichas políticas (evidence informed policy). Para ello realizan investigación en los niveles gubernamentales federal, estatal y municipal. Con base en esos criterios, se caracterizan como tecnocráticos cuatro centros: el IMCO, México Evalúa, México, ¿cómo Vamos? y Ethos.

El IMCO, sin duda el más visible, se caracteriza como tecnocrático porque para formular sus propuestas de política pública en materia de competitividad no sólo ha desarrollado una amplia agenda de investigación, cuyos resultados se plasman en numerosas publicaciones e informes, sino que tiene un equipo que incluye, aparte de los directivos y coordinadores, por lo menos 17 investigadores y ocho analistas. Importante también para caracterizarlo como tecnocrático es el conjunto de índices que ha generado para dar seguimiento a la obra pública, la corrupción, el ejercicio del presupuesto a escalas municipal, estatal y federal, el desempeño legislativo y la competitividad. (6)

Ethos se halla en la frontera entre los centros tecnocráticos y los situados más hacia la derecha. Desde su fundación, en 2008, ha organizado numerosas actividades para diseminar a través de los medios su modelo de gobierno responsable en México y Latinoamérica (Rodas Espinel, sin fecha). Se caracteriza como tecnocrático porque para difundir este modelo realiza un trabajo de investigación sobre el desempeño de los servidores y las agencias públicos a través de temas como la evaluación y la eficiencia de la política social y fiscal, y mercados financieros, productividad laboral o transparencia.

Pese a su carácter tecnocrático, Ethos está conectado con centros de derecha, particularmente IPEA y Fundación Internacional para la Libertad (FIL). Es financiado por empresarios y organizaciones internacionales como Kellogg, el Foro Económico Mundial, National Endowment for Democracy (o Fundación Nacional para la Democracia), de Estados Unidos de América, y la USAID. Entre los miembros de su consejo figuran Agustín Coppel Luken (accionista de Grupo Coppel, de Sinaloa) y Alejandro Ramírez Magaña (grupo Cinépolis).(7)

Esos observatorios dan seguimiento a varios aspectos de la función gubernamental. Para ello generan distintos indicadores, desprendidos de una visión liberal de la economía, el mercado y la sociedad. Sin embargo, en los últimos años han colaborado con numerosas organizaciones de la sociedad civil mediante acciones conjuntas para legislar y crear un entramado institucional a fin de eliminar la corrupción y la impunidad y, de manera más reciente, controlar las acciones de la nueva administración. Si bien nacen con objetivos eminentemente tecnocráticos, en los últimos años han intensificado su activismo social y político en diferentes ámbitos.

Varios casos revelan el activismo social que despliegan los centros de pensamiento controlados por grandes empresarios. Por ejemplo, el diseño de la Ley 3 de 3 del Sistema Nacional Anticorrupción, que reunió a varios observatorios independientes (IMCO, México Evalúa y Transparencia Mexicana) y dos académicos (Centro de Investigación y Docencia Económicas e Instituto Tecnológico Autónomo de México); dos asociaciones empresariales (Consejo Coordinador Empresarial y Confederación Patronal de la República Mexicana, Coparmex); la Red de Rendimiento de Cuentas, que agrupa 50 organizaciones, entre ellas el IMCO, México Evalúa y Centro de Estudios Espinosa Yglesias; el colectivo Educación y Derechos, que involucra al IMCO, Mexicanos Primero y México Evalúa, promotores de la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto y hoy defensores suyos. Pero tal vez el caso más reciente y que muestra con mayor claridad cómo se movilizan los centros de pensamiento para hacer valer sus preferencias es el del colectivo No más Derroches, que aglutina los centros Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, Mexicanos Primero y otros aliados a asociaciones empresariales (Coparmex) y al Consejo de Abogacía Mexicana a fin de desplegar un litigio estratégico y evitar el avance del aeropuerto de Santa Lucía y obstruir los proyectos de infraestructura de Andrés Manuel López Obrador.

VÍNCULOS CON REDES DE DERECHA TRANSNACIONALES

En contraste con los centros tecnocráticos que dan más importancia a la investigación, los de derecha suelen ser eminentemente activistas, hacen de la propaganda la tarea más importante y asumen posiciones extremas respecto no sólo al mercado sino a la libertad individual y la de empresa. Estos centros forman parte de redes globales de derecha, como la Red Atlas (Atlas Network), Hispanic American Center for Economic Research (HACER), FIL y Red Liberal de América Latina (Relial). Así, la FIL, creada en 2002 en Madrid a iniciativa de José Aznar (aunque ahora su matriz se halla en Rosario, Argentina), tiene presencia en México. Presidida por Mario Vargas Llosa, esa red reúne a intelectuales latinoamericanos y españoles que han hecho del populismo una de las preocupaciones centrales de su agenda política.

Atlas Network se traslapa con otras redes de alcance latinoamericano (FIL, Relial y HACER) y con cinco centros de la red mexicana, conectados entre sí a través de las juntas de gobierno. Entre otras actividades, la Red Atlas opera programas de entrenamiento y liderazgo dirigidos al personal de los centros asociados. Esta entidad conecta en unos 90 países a más de 450 organizaciones (casi 80 en Latinoamérica) interesadas en promover la ideología del mercado libre, los gobiernos limitados y la propiedad privada.9 Según su página electrónica, a lo largo de los últimos años “la Red Atlas ha trabajado por debajo de la mesa para ayudar a los campeones de la libertad a lanzar centros de pensamiento comprometidos con hacer avanzar la libertad” (The Atlas Network, 2014). (09)

A lo anterior se agrega que los centros de pensamiento de derecha mexicanos se vinculan estrechamente entre sí: IPEA comparte consejeros con Ethos, Relial y FIL, y se vincula indirectamente a Caminos de Libertad. Todos ellos forman parte de redes de think tanks derechistas. IPEA, por ejemplo, forma parte de tres redes de derecha, la Atlas Network, HACER y FIL. Por su parte, Caminos de Libertad pertenece a la Red Atlas, FIL y Relial.

IPEA se caracteriza a sí mismo como think y do tank, lo cual significa que no sólo realiza investigaciones y crea conocimiento sino que se interesa en generar opinión pública, en especial entre los jóvenes emprendedores, y se propone abiertamente formar líderes “que piensan y actúan”. Para ello cuenta con programas educativos como Liderazgo Estratégico, Universidad IPEA y Desarrollo de Políticas Públicas.

Además, dicho centro creó en 2016 Elegir, observatorio de libertad política y económica que se propone analizar acciones y decisiones gubernamentales para identificar las que limitan las libertades de los mexicanos y determinar el tamaño del gobierno que permite cumplir sus obligaciones básicas y, a la vez, garantizar el ejercicio pleno de las libertades.

IPEA cuenta con el respaldo de aliados internacionales participantes en ese programa, entre ellos el Institute of Economic Affairs, en Reino Unido; y la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), en España. Desde 2009, IPEA ha organizado, con el Instituto Ludwig von Mises, el premio Legión de la Libertad para los “individuos que han probado ser los defensores absolutos de la libertad individual en cualquier lugar del mundo”. El 66 por ciento del financiamiento de este centro proviene de corporaciones privadas. Todos los miembros del consejo son propietarios de grandes corporaciones mexicanas, donde resalta el mencionado caso de Alejandro Ramírez Magaña. La lista de asociados extranjeros de IPEA incluye centros de pensamiento globales, como el Instituto Ludwig von Mises, la Fundación Atlas, el Instituto de Asuntos Europeos Internacionales, el Instituto Europa y el Instituto Acton (este último de Argentina).

Caminos de Libertad, centro mexicano también ligado a varias redes de derecha, se interesa en promover la discusión sobre la libertad a través de concursos, conferencias, círculos de estudio, presentaciones de libros y exposiciones. En su misión plantea: “La libertad es exigente, no se adquiere de una vez y para siempre, obliga a cultivarla, practicarla y defenderla día a día, para poder enfrentar una realidad en la que constantemente aparecen amenazas cada vez más sofisticadas para restringirla en todos los aspectos prácticos de la vida: en lo económico, en lo político, en lo religioso y en lo moral”. (10)

La libertad de empresa es, según los centros de derecha, el único camino para asegurar la libertad personal. Esta idea de libertad ha sido propuesta, entre otros intelectuales, por Hayek, Von Mises y Antony Fisher, así como latinoamericanos como Vargas Llosa, cuyas obras son reproducidas en casi todos los portales de las redes de derecha. Hayek, en particular, es reconocido por filósofos latinoamericanos como el pensador de la libertad. Del lado latinoamericano, el escritor Mario Vargas Llosa es considerado también un adalid y “amigo” de la libertad. Este intelectual preside la red FIL, ha organizado numerosos encuentros y edita libros para combatir en el campo de las ideas las que amenazan la libertad, en especial diversas expresiones de populismo.

La pasión de éstos y otros intelectuales por la libertad pone más atención a la de mercado que a las libertades civiles. La libre empresa es la clave del progreso, y su defensa ocupa un lugar fundamental en los principios de los centros de pensamiento de las redes de derecha.

REFLEXIONES FINALES

El campo de poder de los centros de pensamiento es dinámico y en las últimas tres décadas ha experimentado cambios notables. Hasta el decenio de 1980, la investigación sobre políticas públicas se realizaba en centros que formaban parte de instituciones académicas, asociaciones empresariales, agencias estatales o sindicatos. Desde entonces ha surgido un creciente número de centros independientes (no afiliados orgánicamente a ningún tipo de organización) y se ha estructurado un campo de poder donde estas organizaciones compiten o cooperan para influir en la definición de políticas públicas.

El número de centros independientes creados, patrocinados o controlados por intereses empresariales ha crecido considerablemente en este periodo. Al mismo tiempo, se amplía y diversifica su campo de acción de las tareas tecnocráticas de investigación y producción de conocimiento que predominaban en el decenio de 1990 hacia un activismo social cada vez más intenso. Éste se concreta a través de intervenciones sociales que van desde la participación en medios de comunicación y movimientos sociales hasta la creación de observatorios y organizaciones civiles. El campo se torna cada vez más complejo porque, además, se traslapa con otros campos de poder (como el corporativo, el asociativo y el académico), lo cual vuelve difusa la frontera entre éstos.

Cada uno de los centros de pensamiento examinado en el presente capítulo tiene una historia particular, pero todos juntos reflejan el interés de los empresarios en crear conocimiento objetivo sobre políticas públicas, en un contexto donde éstas adquieren mayor complejidad dados los procesos de globalización y la adaptación y convergencia que dichos procesos entrañan para ajustarse a los estándares exigidos por los organismos internacionales (Organización Mundial del Comercio, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Banco de Pagos Internacionales, entre otros). Con la aplicación de dichos estándares se asegura la continuidad de las reformas introducidas desde la década de 1980, y el conocimiento producido en los centros analizados en este capítulo tiende a legitimarlas y profundizarlas.

Pero igual importancia reviste el interés cada vez más evidente de estas organizaciones en ampliar su espacio de acción en el ámbito de la sociedad civil, insertarse en movimientos sociales y propagar las ideas centrales de su pensamiento, particularmente el rechazo a cualquier forma de populismo y la adhesión a un concepto de libertad abstracto que tiende a favorecer los intereses de los grandes empresarios.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí