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Docentes activan tejido social en pandemia

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Pie de Página

El libro “Docentes de a pie. Enseñar en la pandemia” es un libro escrito por la periodista Daliri Oropeza que da cuenta de la epopeya que maestras y maestros realizaron para mantener el vínculo con sus estudiantes; sobre todo en aquellas zonas del país donde con gran vocación de las ingeniaron para que nadie se quedará sin estudiar

Texto: Keren Santillán / Zona Docs

Foto: Daliri Oropeza / Archivo

JALISCO.- Quedarse en casa y tomar o dar desde ahí las clases durante la pandemia no implicó lo mismo para todo el alumnado, ni para todos los maestros del país; esto lo comprendió muy bien desde su trabajo periodístico Daliri Oropeza, quien a través de siete reportajes buscó visibilizar los contextos sociales y económicos en los que se desarrollaron en México las clases durante la actual pandemia causada por el coronavirus.

Estos reportajes conforman ahora el libro “Docentes de a pie. Enseñar en la pandemia” que fue presentado el pasado 23 de abril en un evento organizado por Ibero Dirección General de Formación e Incidencia Ignacianas.

Este libro que se publicó en la editorial Brigada para Leer en Libertad retrata la vida e historia de estudiantes, madres, padres y comunidades a ras de tierra y que fuera de reflectores mediáticos hicieron todo lo posible para que nadie se quedara sin estudiar, cuestión que no fue posible evitar con cerca de 581 mil estudiantes del país que ya no se inscribieron al nuevo ciclo escolar (2021-2011) por la falta de recursos electrónicos, tal y como lo indicó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en la Encuesta para la Medición del Impacto covid-19 en la Educación.

Daliri Oropeza tras reflexionar sobre el poco acceso a las tecnologías que tienen diferentes alumnos y maestros se cuestionó: ¿Qué estaba pasando ahí?, pero no sólo eso sino que además asumió el reto de responder esa pregunta en cada uno de los siete reportajes que hoy conforman su libro.

En esos reportajes, la también integrante de Pie de Página presenta a 13 mujeres, maestras y madres de familia; a seis maestros y cuatro estudiantes de educación básica, quienes les compartieron su historia y el esfuerzo que implicó el seguir enseñando y aprendiendo en condiciones desfavorables en sus comunidades ubicadas en los estados de Michoacán, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Jalisco, Sonora y Ciudad de México.

“La labor humanitaria de llevar comida a las familias de las alumnas y alumnos, me dejó impactada, pues no se trataba nada más de dar clases o enseñar, sino de dar un ejemplo sobre lo que se debe de hacer en una situación de crisis”, comentó Daliri Oropeza durante la presentación de su libro.

Desde la experiencia que le dio escuchar a cada una de las personas que componen sus reportajes supo identificar las fallas de la estrategia de la Secretaría de Educación Pública (SEP), institución que, través del programa Aprende en Casa, pretendió llevar las clases en todo el sistema de educación básica mediante lecciones transmitidas por televisión y/o en plataformas virtuales; sin embargo, dicha estrategia no contempló del todo ni el acceso a los recursos tecnológicos ni las diferentes lenguas indígenas que hablan niñas, niños y adolescentes en diversas zonas del país.

No obstante, esas carencias institucionales han sido enfrentadas por las comunidades educativas y la organización comunitaria: “Quienes realmente están haciendo la labor para retornar a un proceso presencial son los comités educativos, las comunidades educativas en las comunidades”, expresó.

Siete realidades, siete historias
Las historias que forman parte del libro “Docentes de a pie. Enseñar en la pandemia” se desarrollaron de abril a diciembre del 2020; e inician dentro del libro con el texto Buscan en primaria Iztapalapa, reinventar la educación a distancia, historia en la cual la comunidad educativa mostró persistencia y esfuerzo para mantener la comunicación con los estudiantes, ya que después de los primeros dos meses de contingencia, la estrategia de la Secretaría de Educación Pública resultó ineficiente ante las desigualdades sociales y económicas de este municipio del Estado de México.

Posteriormente en Educación Rural no es cortar limón en la pandemia, nos conduce a Apatzingán, Michoacán, donde la Organización Base de los Maestros de la Sección XVIII de la Coordinación Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) optaron por crear alternativas educativas pedagógicas.

La historia central es la de María Elena Martínez, quien con sus dos hijos de primaria realizó las tareas de las clases que brinda la SEP en televisión, y quien tras perder su trabajo combinó su labor educativa con la opción de ir al corte de limón.

“Para mí no es posible la modalidad virtual, no tengo internet y no tengo computadora. La modalidad, pues, fueron los cuadernillos que proporcionan los maestros a mis hijos”, confesó en la historia María Elena.

En Escuela y covid-19, maestros que atraviesan brechas, habla de la maestra Greisy, quien recorrió 16 horas desde su comunidad Mam del Soconusco hasta la comunidad Nueva Esperanza, esto con el fin de enseñar el Tzeltal.

Tras la emergencia sanitaria, distintas comunidades de Chiapas cerraron sus accesos para evitar el virus, lo que en consecuencia provocó que el transporte público disminuyera las rutas al mínimo. Tras notar la falta de recursos en la comunidad, Greisy optó por ir cada domingo a Nueva Esperanza donde se quedaba en la región selvática toda la semana para brindar diariamente sus clases a 33 niños y niñas tzeltales.

Más adelante, nos encontramos con Oaxaca: docentes organizados alertan sobre semáforo, donde la maestra indígena Candelaria Hernández de la sección 22 expusó el proyecto Plan para la Transformación de la Educación del Estado de Oaxaca.

Mientras tanto, en el reportaje Montaña de Guerrero: cuando la educación a distancia se topa con la realidad se habla sobre Aquilino Martínez, un maestro que en emergencia sanitaria regresó cada lunes a su escuela en Nejapa, San Luis Acatlán, Guerrero.

“Para los alumnos —explica— no existe [la covid], ellos siguen con su vida y en la siembra con sus familias”, comentó el profesor Aquilino en el reportaje.

El maestro compartió con Daliri Oropeza su opinión sobre el trabajo de la Secretaría de Educación Pública en la montaña, ya que ahí no cuentan con los recursos electrónicos o accesibilidad; por ello, decidieron seguir brindando las clases de forma presencial.

En Regreso a clases: sin condiciones para la educación especial se comparte la historia de Claudia Ivette Segura, maestra especialista en discapacidad intelectual, y la de su alumno Gael, quien tiene síndrome de asperger.

Este relato muestra cómo fue que Claudia se vinculó con Gael durante la pandemia; además de ahondar en el trabajo que ella realiza al atender a 60 alumnos con algún tipo de trastorno o discapacidad intelectual.

Para finalizar, está el reportaje: Las mujeres maestras nos llevamos siempre el mayor trabajo, el cual relata las dificultades que viven las comunidades con alta marginación; específicamente se centra en las vidas de María Molina, Manuela Armenta y Silvia Cirenio, y en su compromiso por mantener y persistir el aprendizaje de sus estudiantes.

Para concluir, Daliri Oropeza invitó a todas las personas a leer su libro y, así, conocer la labor educativa y humanitaria que se realizaron durante la pandemia, pues segura esta de que cada una de estas acciones son ejemplos de cómo el tejido social se teje desde abajo y de forma horizontal.

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