Biofase es una empresa mexicana que descubrió en la semilla del aguacate una fórmula para crear popotes que se degradan en 240 días y no en casi cien años como los de plástico.
Sus productos pueden ser enterrados en la tierra y tener un proceso de descomposición como el de cualquier fruta.
La compañía dedicada a la fabricación de plástico biodegradable nació cuando en 2012, Scott Munguía, que aún estudiaba la carrera de ingeniería química en el Tecnológico de Monterrey, se dio cuenta que las semillas del aguacate tenían un elemento que podía transformarse en plástico biodegradable o bioplástico. El experimento también se probó en semillas de frutas como mango y mamey, pero ninguna contenía el elemento necesario.
Tras año y medio de investigación en el laboratorio de su escuela, encontró ‘la receta secreta’, en la que se extrae una molécula de la semilla, se sintetiza para convertirse en biopolímero, se moldea y finalmente se obtiene plástico biodegradable.
“Yo crecí escuchando los problemas de contaminación y por eso sabía que mi negocio tenía que enfocarse en problemáticas importantes y una de esas es el plástico, por eso estuve buscando una cierta molécula parecida a lo que ya se utiliza ahorita para hacer plástico biodegradable pero con otras fuentes”, cuenta Scott Munguía.
“Trataba de ir buscando en cosas que fueran desechos, algo que pudiera ser útil y me encontré con el aguacate”.
Para 2013, Munguía ya había patentado esta tecnología y fundado la empresa, sin embargo, quería llevar a su invento más allá de las probetas y matraces, por lo que en 2015 instaló su primera planta de bioplástico, única en su tipo, con sede en Morelia, Michoacán, y en la que primero sólo se fabricaba bioplástico.
La venta de plástico ‘ecofriendly’ como materia prima no fue suficiente para Biofase, quería fabricar objetos que la gente reconociera y comprara, así que en 2016 abrió otra planta enfocada en fabricar cubiertos y desde febrero de este año comenzó con los popotes.
“Todo lo que se fabrica utiliza energía y la industria de la ecología lo mide en kilogramos de carbono emitidos (CO2). El aguacate cuando crece de la plantita al árbol grande absorbe dióxido de carbono –carbono biogénico-, y resulta que se utiliza menos carbono para un popote de Biofase que el propio carbono biogénico”, explicó Munguía.
Sin embargo, el emprendedor señala que la aceptación en el mercado no es fácil. “La gente todavía es renuente a pagar más por algo que proteja al medio ambiente”, considera.
Actualmente, Biofase genera 130 toneladas mensuales de producto biodegradable, de las cuales, 80 son para exportación y un 40 por ciento son popotes. Biofase consume para todos sus productos 15 toneladas diarias de semillas de aguacate.
Cortesía El Financiero