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Cienfuegos: cuatro sexenios a la Corte

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Río Doce

Dos de julio de 2006: “hay que votar amarillo, plebes”. La orden fue dada por Alfredo Beltrán Leyva a través de lo que las células del narco conocen como el “radio general”. El principal siempre está en manos de los “señores”. Todo lo que por ahí se dice es escuchado por los jefes de célula y, si es el caso, retransmitido a sus subordinados. Era el día de la elección presidencial y el candidato del “amarillo”, Andrés Manuel López Obrador.

Qué había detrás de la instrucción del Mochomo, nunca lo supimos; si un acuerdo “arriba” o una apuesta dominguera del Cártel de Sinaloa –en ese tiempo muy compacto, después explotaría desde dentro–, apenas ellos lo saben. Las encuestas estaban muy cerradas y cualquiera podía ganar. Así que también podían apostar por el “azul”, Felipe Calderón Hinojosa.

La detención de Salvador Cienfuegos en los Estados Unidos ha cimbrado al país, pero esto apenas empieza. Y quien piense que solo el cuerpo de generales del ejército mexicano o la administración de Enrique Peña Nieto serán sentados en el banquillo, se equivoca. Hay líneas del tiempo que se entrecruzan y algunas confluyen en el gobierno actual que encabeza AMLO. El cártel con el que el gobierno norteamericano está involucrando al ex secretario de la Defensa es el de los hermanos Beltrán Leyva, y ellos, hay que apuntarlo, tuvieron durante muchos años su base principal de operaciones en la Ciudad de México. Solo en 2011, la entonces PGR le aseguró a la organización 13 propiedades, las más importantes en zonas como San Ángel, Bosques de las Lomas y una en Jardines del Pedregal, esta última rematada el año pasado por el SAE, en una subasta.

La hoja profesional del general Cienfuegos pasa a principios y mediados de la década pasada por dos puntos neurálgicos para la organización de los hermanos Beltrán Leyva: la Primera Región Militar, que abarca Ciudad de México y parte del Estado de México e Hidalgo, y la Novena Región Militar, con sede en Guerrero, donde, se sabe –pero no se decía porque las cosas, quiénes, cómo, cuándo y dónde, hay que decirlas cuando se tienen los pelos de la burra en la mano– desde hace muchos años, el general Cienfuegos habría consolidado su relación con los Beltrán Leyva.

No hay que olvidar que la izquierda viene gobernando Ciudad de México desde 1997, cuando gana Cuauhtémoc Cárdenas. Arturo y Héctor Beltrán ya estaban allá, mientras Alfredo, el Mochomo, operaba desde Sinaloa, en alianza con los Esparragoza, los Zambada, los Carrillo, los Guzmán, los Cázarez…

Así, el periodo de expansión de los Beltrán Leyva coincide con el arribo de la izquierda a Ciudad de México –a Cárdenas le seguirían AMLO y Marcelo Ebrard–, pero también con los dos periodos en que el PAN gobernó el país, de 2000, con Vicente Fox, hasta 2012, con Felipe Calderón. ¿Por qué el gobierno de Calderón confiscó las casas de los Beltrán hasta 2011, cuando Arturo ya había sido abatido en Cuernavaca, en diciembre de 2009 y todo indicaba que el cártel estaba en pleno declive?

Si con Genaro García Luna preso y acusado en los Estados Unidos por narcotráfico, muchos panistas pusieron sus barbas a remojar, con la detención del general Cienfuegos no será menos. Porque si la fiscalía que lo acusa jala los hilos y extiende la acusación, llegará hasta el periodo de consolidación de este grupo criminal, donde podrían ser involucrados muchos más personajes de la clase política, ya no solo del ámbito policiaco y militar. Muchos, de todos los colores, de ayer y de ahora.

Los hermanos Beltrán Leyva empezaron a trepar los cuernos de la luna cuando llegó Vicente Fox a la presidencia. No hay que olvidar que su coordinador de giras, Nahúm Acosta Lugo, sonorense de Agua Prieta, fue arraigado durante 90 días acusado de vender información a los Beltrán, en ese tiempo parte del Cártel de Sinaloa. Tampoco que Nahúm fue contratado como director de área de Los Pinos por Manuel Espino, otro sonorense que desde febrero pasado funge como comisionado del Servicio de Protección Federal, puesto que le dio otro sonorense, Alfonso Durazo, todavía secretario de Seguridad y Protección Ciudadana y aspirante a gobernador de su estado.

Bola y cadena

PARECE UN LICUADO Y PUEDE ser un gran licuado donde caben personajes de al menos cuatro sexenios desde Fox hasta AMLO, unos ya en franco retiro pero otros con fuertes aspiraciones políticas. Un trepador como Manuel Espino –que fue dirigente nacional del PAN, diputado federal por Movimiento Ciudadano y ahora se dice defensor de la 4T–, por ejemplo, quisiera estar al frente del cargo que dejará Durazo para buscar la gubernatura y éste tal vez se pase unas semanas para descansar –de tanto combatir al narco– en su casa de Bahía de Kino que antes perteneció al legendario Amado Carrillo Fuentes. Igual ahí se reúne con Nahúm y lo nombra coordinador de su campaña.

Sentido contrario

LO MÁS PROBABLE ES QUE DEJEN solo en su laberinto al general Cienfuegos. Si AMLO y Marcelo Ebrard muestran mucho interés por apoyarlo más de lo que exigen los protocolos consulares, pueden caer en sospecha. Y menos a Marcelo que al presidente le conviene. Así que lo abandonarán. Y entonces al general no le quedará más remedio que declararse culpable y convertirse en testigo protegido. Es solo una posibilidad, pero si es así, las fiscalías gringas jalarán los hilos hasta tejer una sábana de acusaciones que luego guardarán en sus cajones… hasta que otro incauto lleve a su familia de paseo a Disneylandia. Así son los gringos. Así han sido siempre.

Humo negro

EL AÑO ENTRANTE HABRÁ elecciones para gobernador en Sinaloa. La pregunta es cuál será la instrucción por el radio general. ¿”Hay que votar por Morena, plebes”? Apuesto que sí.

Columna publicada el 25 de octubre de 2020 en la edición 926 del semanario Ríodoce.

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