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Durante mando de Cienfuegos, Sedena encareció obras y utilizó empresas fantasma

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En marzo de 2018, Aristegui Noticias reveló que la Secretaría de la Defensa Nacional había encarecido en 89% la obra de la barda perimetral del aeropuerto que se construía en Texcoco y que finalmente fue cancelado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Aristegui Noticias

El señalamiento al general Salvador Cienfuegos Zepeda de presuntos vínculos con actos de corrupción no es nuevo. En marzo de 2018, el periodista Sebastián Barragán publicó en Aristegui Noticias una investigación en la que dio cuenta del encarecimiento de obras y la utilización de empresas fantasma por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) durante el tiempo en que el general Cienfuegos, detenido el jueves en Estados Unidos, fue su titular.

En un reportaje fechado el 25 de marzo de 2018, Barragán señaló que la Sedena construyó la barda perimetral del entonces Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en Texcoco, Estado de México, mediante un contrato que le permitió encarecer la obra 89 por ciento y el uso de al menos dos empresas fantasma.

El proyecto de barda perimetral estaba proyectado para costar mil 547 millones de pesos, pero tras cuatro convenios modificatorios el muro se encareció hasta llegar a 2 mil 930 millones de pesos, lo que significó un aumento de 89 por ciento.

Aristegui Noticias obtuvo entonces la bitácora de obra, en la que se detallaba que los trabajos iniciaron sin tener un proyecto ejecutivo. Así, mientras se desarrollaban los trabajos se realizaron cambios de última hora, de acuerdo con lo que las empresas proyectistas u otras dependencias públicas pedían.

Por diversas razones, la obra se retrasó 531 días naturales. Debía terminar en diciembre de 2015 y no fue sino hasta mayo de 2017 cuando finalizó.

Sebastián Barragán consultó los informes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), que determinaron que Sedena no comprobó el gasto de 389 millones 670 mil pesos, aunque únicamente revisó el ejercicio de mil 611 millones 585 mil 800 pesos.

Las dependencias responsables se escudaron en resoluciones del Instituto Nacional de Acceso a la Información Pública (INAI) para no transparentar los contratos y facturas utilizados para materializar el proyecto, bajo el argumento de que habían buscado los documentos y no los habían encontrado.

La comisionada Patricia Kurczyn votó a favor de que se realizara una búsqueda exhaustiva de los contratos: “Si la mayoría hubiera dicho ‘no te acepto esta respuesta y tienes que hacer una búsqueda exhaustiva’, entonces nosotros hubiéramos revocado completamente la respuesta de Sedena. Dos decidimos que faltaba que hubiera una investigación exhaustiva, que no se había analizado la controversia planteada y no se había cumplido con los principios de exhaustivamente y congruencia que nos ordena la ley“,

Sumado a lo anterior, la Sedena utilizó al menos dos empresas fantasma dentro de las que vendieron insumos para la barda por mil 355 millones 938 mil 780 pesos.

Se trata de Constructora Camino Real del Valle y Constructora los 4 Príncipes, que nacieron con tres minutos de diferencia, el 11 de marzo de 2014, en la notaría 128 de Puebla, a cargo de Jaime Juárez Hernández. Entre las dos vendieron 10 millones de pesos en materiales para la barda perimetral, según documentos oficiales.

Una pareja de jóvenes con residencia en Oaxaca: “Carlos Alexis” y “Dinoraht Miccel”, de 20 y 21 años de edad, aparecieron como propietarios de estas empresas, sin que tuviesen conocimiento de ello. Esto, según lo declarado por ellos para Aristegui Noticias.

Las obras de la barda perimetral, además, vulneraron el convenio de colaboración entre la Sedena y el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), firmado en febrero de 2015, que establecía un esquema de “administración directa” en la que no podían intervenir empresas contratistas.

La Ley de Obras Públicas establece que “en la ejecución de los trabajos por administración directa, bajo ninguna circunstancia podrán participar terceros como contratistas, sean cuales fueren las condiciones particulares, naturaleza jurídica o modalidades que éstos adopten”.

Mediante una solicitud de información el Ejército señaló que únicamente destinó tres trabajadores al proyecto.

En noviembre de 2018, la Auditoría Superior de la Federación presentó seis revisiones a contratos del aeropuerto de Texcoco, en las que destacaron irregularidades por 328 millones 259 mil pesos.

En los contratos en los que participó la Sedena, los auditores encontraron irregularidades por 222 millones: 135 millones en la construcción de la barda perimetral y 86 millones más en la nivelación de la pista seis.

Las irregularidades coincidieron con las encontradas en el reportaje de Sebastián Barragán, denunciadas en marzo de ese año.

Los auditores detectaron que Sedena no tuvo la capacidad técnica, material ni humana para realizar la obra, toda vez que cotizó el 79.6 por ciento de los bienes utilizados. El Ejército obtuvo el contrato mediante un mecanismo que no le permitía rebasar el 51 por ciento.

Encontraron sobrecostos en conceptos como la carpeta asfáltica, los muretes de la barda y las bases de las luminarias. Durante las obras, Sedena y Grupo Aeroportuario aprobaron métodos de construcción que resultaron más caros, con el pretexto de agilizar la entrega de los trabajos, indica la auditoría.

Otra irregularidad es que Grupo Aeroportuario aceptó pagar a Sedena 9 millones 600 mil pesos por reparaciones al camino perimetral por supuestos daños ocasionados por los sismos de septiembre de 2017, cuando las obras estaban dentro de las obligaciones ya pagadas al ejército.

Además, las últimas obras se realizaron sin formalizar convenios ni contar con los programas de ejecución.

En enero del año pasado, Gerardo Fernando Bravo, director del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, aseguró que la barda perimetral de Texcoco se podía trasladar al nuevo aeropuerto de Santa Lucía.

Durante una entrevista con Aristegui en Vivo, sostuvo que la polémica obra tuvo una extensión de 34 kilómetros, mientras que en Santa Lucía sólo se necesitan 24 kilómetros, por lo que incluso “sobra” barda perimetral para su aprovechamiento.

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