En la mixteca oaxaqueña, ha surgido el Círculo Profesional para la Formación con Equidad de Género A. C. “Nduva Ndandi”. En el último año atendieron a 121 mujeres de diversas comunidades –80 por ciento de ellas, indígenas–, que han sufrido violencia en sus diferentes manifestaciones.
Texto y fotos: Nathalie Gómez Cortés
Pie de Página
Oaxaca.- La violencia que sufrió en 21 años, hicieron que Violeta ‘se quebrara’ en muchas ocasiones. Por ella y sus dos hijos, aprendió a protegerse, autosanar y a reconstruirse. Hoy enfrenta un divorcio, lejos de su agresor, pero cerca de sus metas.
Originaria de Veracruz, decidió hacer una vida en Tlaxiaco, de la región Mixteca de Oaxaca, con quien contrajo matrimonio hace 15 años.
“Pero todo comenzó cuando descubrí que me engañaba con otras mujeres. Al hacer el reclamo, fui golpeada, me sacó mis cosas y me fui a casa de mi madre. Él fue a buscarme con la promesa de que iba a cambiar, y al sentirme maniatada por tener a mis dos hijos pequeños, regresé con él”.
Las cosas no mejoraron, pues a pesar de que ya no llegaba a los golpes como lo había hecho en tres ocasiones, la violencia psicológica nunca paró.
Sus hijos se daban cuenta de las agresiones. Violeta les ha dicho que deben respetar a su padre y no “tomar partido” para que no crezcan con resentimientos; pero reconoce que en ellos hubo enojo e impotencia al ver cómo era tratada “porque mi situación fue bastante violenta, bastante pesada”.
“No podía comprender por qué, encima de que me había engañado, me había golpeado; como si la que hubiera fallado fuera yo, yo que era una mujer de casa, vestía y calzaba como él quería”.
Además de humillación por no tener estudios y un trabajo, constantemente había amenazas, unas radicaban en que ella no podía dejarlo o estar con otra persona porque si la veían con alguien, no iba a vivir para contarlo.
Otra, aún vigente, es que prefería abandonar su trabajo de intendente y luego profesor en una escuela, con tal de no darle pensión alimenticia a sus hijos.
Considera que, en los años más recientes de su matrimonio, vivió un proceso de separación aun estando con él, involucrando pensamientos y sentimientos que le permitieran empoderarse en silencio.
Recurrió a Dios porque no podía contarle a nadie más lo que le pasaba. Las mujeres que se atrevían a compartir experiencias similares, decían que eso era lo que les había tocado vivir y que debían aguantar, que eso venía ya de generaciones anteriores y no podían romper con el esquema.
“Lamentablemente hay un gran machismo y las mujeres son muy sumisas en la región, donde se tiene que hacer lo que el hombre diga. Por eso, y por miedo, al principio, se detiene una mucho para tomar cartas en el asunto, separarse de la pareja y de todos los problemas que se van generando”.
Hace cuatro años aproximadamente, había recurrido a una abogada de la capital oaxaqueña para pedir ayuda; ella la refirió con Nduva Ndandi, asociación de Tlaxiaco que apoya a mujeres en situación de violencia.
En ese entonces, “la asociación no contaba con recursos económicos y yo no tenía claro lo que quería hacer porque mis hijos estaban más chicos; así que me brindaron una asesoría y yo ya no le moví más”.
Sin embargo, llega el momento en el que tienes que salir adelante por ti y por tus hijos -agregó-, y es entonces cuando decido divorciarme.
En abril de este 2020, una vez que su hijo menor cumplió 18 años, decidió regresar a la asociación para que la apoyaran, ya que las amenazas continuaban.
Además de iniciar el proceso de divorcio, en el que su única petición es que apoye a sus hijos a concluir sus estudios, en Nduva Ndandi le brindaron ayuda psicológica “muy valiosa para sanar todas las heridas que quedan”.
“Al confrontarlo, le dije ver que, si no había amor ni había nada que nos uniera como matrimonio, ya no tenía caso estar juntos; volvió a amenazarme; pero me armé de valor y le dije que todo el daño que me había podido hacer ya lo había hecho durante muchos años, que ya no tenía nada que perder”.
Ahora, Violeta busca su independencia económica. Regresó a su estado natal, está emprendiendo en la venta de pasteles caseros y su sueño es tener una casa propia, aunque sea humilde, “donde pueda disfrutar de una tortilla con sal, que ya no sepa amarga”.
Está segura que logrará salir adelante con sus hijos, que recuperará por completo su tranquilidad, y que cada mujer puede evitar que las palabras le hieran, porque la fuerza está en el interior y es la misma para mujeres y hombres; “todos podemos protegernos, sanar, salir adelante y ser grandes”.
Rayo del amanecer
Agresiones sexuales, intimidación, estupro, control psicológico-emocional, amenazas de muerte, feminicidios, son parte de lo que han padecido mujeres en la Mixteca oaxaqueña, problemáticas muchas veces silenciosas, pero cada vez más visibilizadas.
En medio de una sociedad predominantemente machista, no están solas, cuentan con el Círculo Profesional para la Formación con Equidad de Género A. C. “Nduva Ndandi” (Un rayo del amanecer en lengua Mixteca), organización integrada por mujeres, que trabaja a favor de las mujeres y busca la incidencia y generación de cambios en su comunidad.
Sus integrantes, Areli López Quiroz, coordinadora; Rocío Pérez Torres, psicóloga y Beatriz López Hernández, abogada y hablante de Mixteco, atendieron en el último año a 121 mujeres de diversas comunidades -80 por ciento de ellas, indígenas-, que han sufrido violencia en sus diferentes manifestaciones.
A contracorriente
El 2006 trajo muchos cambios, pues fue cuando la impulsora de la organización, Beatriz Hernández Bautista, propició un proceso de formación en Oaxaca, con el tema de derechos humanos de las mujeres.
En ello participó la actual coordinadora y varias personas que hoy forman parte de Nduva Ndandi, asumiendo diversos roles.
Fueron las primeras ocasiones en las que se hablaba de situaciones comunes que giraban alrededor de las mujeres de la región; externarlas ayudó a encontrarle sentido a varias necesidades e iniciaron así un proceso de sensibilización.
“Fue muy complejo abrir camino, porque te enfrentas al estigma, a la misma violencia, al señalamiento de que ya estás alborotando a las mujeres, que quién sabe qué quieres, por qué haces eso, genera incomodidad, por mi parte y la de Beatriz, fueron momentos, a veces, bastante violentos”, confiesa Areli López.
Parte de la población en la ciudad de Tlaxiaco, la sede, situada a unas dos horas y media de la capital oaxaqueña, quiso demeritar lo que decían las jóvenes, de 24 y 26 años en aquellos tiempos, abogadas de profesión, solteras, que veían fuertes desigualdades en la sociedad que habría que combatir.
Se dieron a la tarea de hacer talleres para difundir derechos humanos, para darle forma, se constituyeron el 24 de abril de 2010 como Asociación Civil.
En esos procesos, se han comprendido, fortalecido y se han aprendido a mirar, no sólo como mujeres, sino como mujeres indígenas, lo que ha permitido también su participación en impulsar leyes al respecto.
La violencia de género es compleja, reconoce Arely, “va desde cómo se vive en las relaciones de pareja, desde una construcción cultural-social de una sociedad, y a partir de ella, cómo nos construimos y cómo vivimos las mujeres en esta región multicultural”.
Las mujeres de Nduva Ndandi están conscientes de que todo lo relacionado con la violencia de género es impostergable, porque de ello puede depender una vida y que, en una región con comunidades indígenas, la lengua no puede ser un impedimento para brindar apoyo.
Por ello, Beatriz, la abogada, habla mixteco, lo que ayuda mucho para la traducción, pero también en la interpretación de las leyes en las que muchas veces se usa un lenguaje muy técnico.
La psicóloga que estaba anteriormente, con la que se hicieron pláticas y varias dinámicas, también hablaba el mixteco. Pese a que hay variantes en la lengua, se ha logrado la traducción e interpretación.
El año pasado, en relación a los grupos étnicos, atendieron a 91 mujeres que pertenecen al mixteco, a tres afromexicanas, una huave, tres triquis, una zapoteca, y 21 no pertenecen a ningún grupo étnico.
Las lenguas indígenas que hablan las personas atendidas fueron: 53, lengua Mixteca; dos, Triqui; una, zapoteco; una mujer hablaba más de una lengua indígena y 64 no hablan ninguna indígena.
Supervivencia económica
Aunado a señalamientos, difamación, estigmas, la organización sin fines de lucro, se enfrenta a una supervivencia económica para poder ayudar a las mujeres que lo necesiten.
Están a expensas de gestionar financiamiento, ver cómo se hacen de recursos para poder sobrevivir, lo que implica mucho trabajo, responsabilidades y compromisos.
Desde el 2011, cuentan con el apoyo del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, ahora la Secretaría de las Mujeres Oaxaqueñas (SMO).
Tienen un convenio a través del cual se les apoya económicamente durante seis meses, a veces siete, por un programa del Instituto Nacional de Desarrollo Social (INDESOL), que tiene como fin atender a mujeres que están en situación de violencia.
Esto permite solventar gastos de la oficina y pagar a quienes les dan atención y seguimiento a las mujeres durante todo el año.
El convenio que se tiene con las profesionistas de Nduva Ndandi es que, el tiempo que no se cuenta con ese financiamiento, prácticamente medio año, atienden casos urgentes o extremos, y, cuando llegan los recursos, se vuelven a meter de lleno a la atención en oficina.
También buscan financiamiento para capacitación o formación en temas de derechos humanos, que les han permitido apoyar a mujeres de comunidades aledañas a la cabecera, que en algún momento fueron beneficiarias y ahora son integrantes activas que realizan acompañamiento a otras que lo necesitan.
El recorte de recursos que hizo el gobierno federal hacia las organizaciones civiles impactó enormemente, pues asumen que son ellas quienes están “trabajando desde campo, atendiendo situaciones que el gobierno no está atendiendo, en problemáticas que no se han podido resolver”.
Y es que, muchas mujeres que sufren violencia, prefieren ir con Nduva Ndandi, que con la autoridad en busca de ayuda personal y para interponer una denuncia.
Lamentablemente, en las instituciones a donde llegan a denunciar, existen actitudes de servidores públicos que, en lugar de apoyar a las víctimas o ser imparciales, les responden con regaños, señalamientos, culpas, revictimización, les atribuyen la responsabilidad que el agresor tiene e incluso, hay fuga de información.
Nduva Ndandi no ha sido exenta de este tipo de situaciones, una abogada suya también sufrió acoso en una institución, lo que se tuvo que reportar a nivel estatal, para poder disminuir este tipo de violencia.
Han generado vínculos institucionales, a los que recurren cuando existen casos en los que es necesario refugiar a la víctima por el grado de violencia, que prácticamente representa que, si no se sale de su domicilio, la pueden matar.
Lo difícil de ese proceso, además del daño emocional, es que las mujeres deben enfrentarse a una independencia económica que en muchas ocasiones no tienen, a reglas morales bastante estrictas en algunas comunidades en cuanto a relaciones de pareja y a su propio contexto.
Sanación
Una menor de edad fue violada por su padre biológico y quedó embarazada, fue uno de los casos más impactantes para la asociación civil.
Ocurrió el año pasado y su círculo cercano se dio cuenta porque, estando en la escuela, ella se sintió mal de salud. De la institución la llevaron al médico y se descubrió la situación.
Al ser menor de edad, cumplía con el protocolo para dar parte a la autoridad del municipio; ella les explicó que se trató de su papá, por lo que mandaron citar al padre, le impusieron una multa y lo dejaron irse.
Un tío de la menor se inconformó por la situación y el procedimiento, sacaron a la menor de su casa y la llevaron a su comunidad de origen; luego contactaron a una organización de Tlaxiaco y ésta derivó el caso con Nduva Ndandi.
“Cuando llega con nosotras, nos explica que había acudido a la Fiscalía a interponer su denuncia; pero ahí le preguntaron si estaba segura de lo que haría, porque se trataba de su papá; le advirtieron que con eso lo metería a la cárcel y no podría salir, tratando de persuadirla para que no procediera en su contra”, narró la coordinadora.
Tras revisar la carpeta de investigación, vieron cómo encauzar la denuncia, y cómo reportar a la Fiscalía; también comenzaron a brindarle atención psicológica.
“Tuvo una niña. Conscientes de lo que estaba pasando y de la intranquilidad que se había generado, la dio en adopción”. En este proceso, también le han dado acompañamiento.
“Fue una situación muy fuerte; pues más allá de una razón lógica de por qué darla en adopción, en el proceso de maternidad se forma un lazo afectivo; y aunque estaba consciente de que eso iba a pasar, al momento de entregar a su hija, fue un golpe emocional muy fuerte” explicó la coordinadora.
Hasta la fecha, la menor continúa recibiendo apoyo psicológico que, por la pandemia, se ha hecho vía telefónica. Pero el proceso legal, que de por sí podría tardar años, por el momento está en pausa.
Parálisis por covid-19
“Hemos notado que lo que ya se tenía avanzado en cuanto a derechos humanos de las mujeres, han sufrido un retroceso durante esta pandemia; por el incremento de la violencia de género en todos los espacios y la precarización de la vida que se está dando y que afecta más a las mujeres”, consideró López Quiroz.
Tan sólo de marzo a agosto, se atendió a 43 mujeres que han sufrido violencia en esta parte de la región, casi la mitad de lo que se atendió todo el año pasado (121).
Por la contingencia, Nduva Ndandi da seguimiento a los casos vía telefónica, situación complicada dado que, en la Mixteca, la mayoría de las comunidades carece de señal.
Los casos de riesgo los atienden personalmente en la oficina, cuidando las medidas sanitarias. Pero la parte legal de los casos que llevan no ha podido revisarse.
Desde que inició la contingencia, el gobierno local de Tlaxiaco cerró entradas y salidas, y las dependencias suspendieron la atención al público, lo que provocó que no se tenga una curva de contagios de Covid-19 tan alta como otros municipios de la zona. Pero sí generó una afectación económica y de acceso a las instituciones de procuración e impartición de justicia.
No están atendiendo casos prioritarios, relacionados con menores o violencia de género. Para hacerlo, hay que seguir todo un protocolo, que incluye sacar cita, explicó Areli.
“Cuando empezó la contingencia nos preguntamos, ¿y ahora cómo le vamos a hacer?, por lo que decidimos lanzar un folleto que a la organización le ha servido como guía”, explicó.
“Herramientas de autocuidado desde la comunidad ante la violencia de género por la contingencia del Covid-19”, es una recopilación del trabajo de la organización en atención a mujeres que viven violencia de género.
Pretende ser una guía básica para aquellas mujeres que requieren de información para saber qué hacer y hacia dónde acudir cuando están viviendo algún tipo de violencia, contiene también elementos básicos para el cuidado personal y familiar, desde los recursos locales.
El link del folleto es el siguiente: https://www.flipsnack.com/barcodepapeltlaxiaco/nduva-ndandi.html?fbclid=IwAR2AiEHA3IZ951J_hRN3AWtCuq7X0VdLxKPYBnCGCB9IqXXdNkinlocRoIo
Toda esta labor, es necesaria porque Nduvi Ndandi ha visto todas las responsabilidades que tiene el Estado a través de sus instituciones, que no se están atendiendo.
“Como asociaciones civiles hacemos un trabajo de poner las problemáticas en la mesa para que se resuelvan, y es importante que las instituciones las vean y las sigan mirando, porque luego las dejan de lado”, consideró.
Feminicidios
El asesinato de una mujer en el 2011, fue uno de sus primeros casos. Revisaron la situación y detectaron que la mujer, previo a ser asesinada, había sido víctima de una violencia muy fuerte.
El feminicida era policía municipal en su localidad y tuvo acceso a un arma de fuego. En una discusión, frente a sus cinco hijos, mató a la señora. Él se dio a la fuga y nueve años después no ha sido detenido.
Hace tres meses, un familiar de la víctima recurrió nuevamente a la asociación porque había recibido la visita de policías para preguntarles sobre el caso.
Esto, ya que por la alerta de violencia de género que se dio en el 2018 para el estado de Oaxaca, se comenzarían a revisar estos feminicidios. “Sentimos que es la manera política del Estado para decir que están atendiendo, pero en realidad no ha habido una investigación como tal”.
López Quiroz considera que las alertas de género han servido solamente para evidenciar la violencia que se ejerce en contra de las mujeres; pero no ha propiciado su atención. Las respuestas que se han dado ante esa alerta no han sido adecuadas.
“De por sí hay una obligación de las instituciones de atender la violencia; y con la alerta empezaron a hacer algunas cosas de lo que tenían que hacer; pero no lo que tienen qué hacer por la alerta, que son esas acciones de emergencia focalizadas para atender esas situaciones”.
A nivel municipal tampoco se ha atendido, en 2018, en Tlaxiaco se emitió también la alerta de violencia de género.
Como sociedad civil, Nduva Ndandi pidió que se instalara el consejo, lo cual se hizo en octubre con el presidente en turno, que salió en diciembre. La organización de mujeres formó parte de dicho consejo.
Sin embargo, con el presidente actual “no ha habido acercamiento, ha habido mucha negativa a hablar y pareciera que el decirle que hay una alerta y que hay que hacer cosas, es como si le echáramos la culpa de algo o lo provocáramos y eso no le permite dimensionar que tiene una responsabilidad de generar acciones de atención”.
Caso contrario, el gobierno de Tlaxiaco “bloqueó” a la organización; argumentó que no tenía conocimiento de lo que hizo la administración anterior porque supuestamente no dejó archivos, pidió que exhibiera el acta.
Cuando Nduva Ndandi lo hizo, dijo que con base en que no había un reconocimiento legal por el municipio, no tenían la calidad de parte para promover o exigir.
Con la SMO, elaboraron otra acta de consejo para atención de la violencia contra las mujeres, y recurrieron a la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), porque detectaron que en el municipio no hubo sesión de consejo, sólo se hizo un acta donde firmaron todos los participantes.
Los procesos
La Vicefiscalía Regional de Justicia en la Mixteca, reconoció que “ésta es una región muy violenta hacia nuestras mujeres, donde la sociedad influye mucho desde la educación de niñas y niños, por lo que es importante combatir los delitos desde los hogares”.
La dependencia ha atendido principalmente violencia doméstica, delitos de naturaleza sexual, homicidios dolosos contra mujeres y feminicidios.
Sus cifras establecen que en el 2017 se abrieron en la Mixteca ocho carpetas de investigación por homicidios dolosos contra mujeres, cuyo número de víctimas mujeres varía, en ese año hubo 12.
En 2018 se abrieron 13 carpetas con un total de 17 víctimas; y en el 2019 hubo 11 carpetas de investigación con 12 mujeres asesinadas.
En cuanto a feminicidios, en 2017 hubo tres carpetas iniciadas, con el mismo número de víctimas; en 2018, cinco casos con igual número de mujeres ejecutadas; y cuatro carpetas, el año pasado con seis asesinatos.
En un nuevo modelo de gestión que ha propiciado la Fiscalía General de Justicia en el Estado de Oaxaca (FGJEO), agregaron un “tercer piso donde se están llevando solamente delitos de alto impacto (homicidios, secuestros, extorsiones) por un lado, y, por otro lado, los delitos por razón de género y hacia menores”.
El vicefiscal en la región, Jorge Alberto Flores Sánchez, dijo que “se atiende con nuevas áreas que incluso estamos fortaleciendo recientemente, al hacer la asignación de policías, personal pericial y nuevos fiscales, adscritos al área de género”.
Considera que, al ya contar con políticas públicas, hace falta fortalecer la infraestructura de todo el país para atender la violencia de género, mayor especialización de ministerios públicos, policías y demás funcionarios, por lo que mencionó que recientemente, la instancia reforzó el equipo interdisciplinario con la integración de un médico y una psicóloga, solamente para esta área.
Nduva Ndandi, destacó que una de las dificultades al momento de recurrir a la instancia, es que las víctimas deben pasar por filtro en el que son atendidas por una persona a la que le tiene que brindar información de la denuncia que se va a presentar y éste canaliza a la fiscalía o mesa que corresponda.
“Pero en este proceso, se está generando bastante violencia porque el personal no está debidamente capacitado y es común que, si no ven golpes en una mujer, no lo consideren violencia y hay casos en los que, aunque se configure, les sugieren que se vayan a conciliación para evitar problemas”, lamentó Areli López.
Insistió en que se requiere de personal debidamente capacitado, porque se enfrentan también a situaciones muy particulares, como la venta de mujeres, que se ha reportado en algunas comunidades mixtecas.
Reconfortándose
Hace dos años, Nduva Ndandi atendió a una mujer del distrito de Juxtlahuaca, a quien, por la dinámica de usos y costumbres, su familia había vendido. Pero la joven se escapó y al pedir apoyo, encontró a la organización.
Ellas dieron el acompañamiento a la jovencita, quien decidió regresar con sus familiares, “hablando de una forma diferente para hacerles ver que ella no quería estar con la persona con la que la habían dado; se hablaba que por una casa”.
Otra mujer llegó a ellas hace dos años; vivía con una pareja 10 años mayor, era amenazada por él, quien le insistía en que, si era suya, no podía salir a ningún lado. En ese intento de controlarla, incendió la casa en la que vivían, y le dejó en claro “esto puedo hacer contigo, si no estás conmigo”. En la asociación le ayudaron a salir adelante.
Por ello, cuando todo se complica personal o administrativamente, a las integrantes de Nduva Ndandi les llegan momentos que les reconfortan, como darse cuenta de los cambios que se van generando, cómo hay mujeres cuya vida se va transformando.
También les compromete el estar conscientes de que es la única organización de la Mixteca que trabaja para prevenir y combatir la violencia de género.
Asumen que han pasado por procesos en los que se han aprendido “a mirar como mujeres, a veces como compañeras, de repente como rivales, como socias en muchos sentidos, lo que ha ayudado a un crecimiento, construcción y reconstrucción como personas”.
Areli López destacó la importancia de fortalecer el trabajo en favor de las mujeres, de la mano con las instituciones y los medios de comunicación, para que la información sea más accesible y más acorde a la realidad que se está viviendo.
“También se hace necesaria una sociedad civil que se involucre más en este tema, independientemente de las organizaciones, como ciudadanos y ciudadanas, en este ejercicio de nuestros derechos, para accionar, vigilar, responder, proponer”.La asociación tiene su sede en la calle de Itandeca No. 24, Unidad Habitacional Ita-Luu, Barrio San Miguel, en el municipio mixteco de Tlaxiaco, Oaxaca. Su teléfono es (953) 5520700 y el correo electrónico: circuloequidad@hotmail.com