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Mujer y agroecologista, el relevo en Semarnat

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María Luisa Albores es la nueva secretaria de Medio Ambiente, en sustitución de Víctor Toledo. Con menos cartas académicas entre los ambientalistas, la ingeniera agrónoma que hasta ayer dirigió la Secretaría de Bienestar es una defensora de la agricultura orgánica y el trabajo territorial


Texto: Daniela Pastrana y Reyna Haydé Ramírez      Fotos. Duilio Rodríguez


Pie de Página

La política ambiental del país cambió de encargado pero no de línea. María Luisa Albores, la nueva responsable de Medio Ambiente, es una defensora de los modelos de agroecología, en los que ha trabajado toda su vida.

Este miércoles, el presidente Andrés Manuel López Obrador oficializó los cambios en su gabinete: Albores, quien hasta ayer fue secretaria de Bienestar, pasará a la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en sustitución de Víctor Manuel Toledo, quien renunció después de que 15 meses en el cargo, por motivos de salud y en medio de una fuerte tensión dentro del gabinete por su oposición al uso de agroquímicos.

“Está fuertísimo el lobby de las embajadas con el tema del glifosato”, relató un integrante del equipo de Toledo.

Albores González no tiene empacho en decir que los fertilizantes sintéticos y plaguicidas “no son buenos”. Pero tampoco está peleada con usarlos en una transición a un modelo de agricultura más sustentable.

En los 21 meses que estuvo en la Secretaría de Bienestar, operó los cambios institucionales y la estrategia territorial para quitar intermediarios y eliminar el uso electoral de los programas sociales. “Aguantó todas las presiones de organizaciones gremiales y legisladores que insistían en ser gestores de programas”, dice uno de sus colaboradores.

Sobre todo, hizo una apuesta fuerte por la organización comunitaria, “no para conseguir cosas sino exigir derechos” y por la integración de programas de distintas dependencias desde un enfoque de equilibrio entre personas, comunidades y medio ambiente.

Su nombramiento cierra la pinza de una estrategia territorial que implica a varias dependencias, desde una secretaría que cruza todos los programas sociales pero que hasta ahora ha sido más bien técnica. Ahora, sus mayores retos serán los megaproyectos de desarrollo – que ella ayudó a combatir en la sierra norte de Puebla- y las presiones de la agroindustria para temas como el de los fertilizantes.

A su cargo estarán también 8 instancias sectorizadas: la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente; las comisiones nacionales de Agua, Áreas Naturales Protegidas, Biodiversidad y Forestal, además de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, y los institutos de Ecología y Cambio Climático y de Tecnología del Agua.

En la Secretaría de Bienestar, Albores González deja pendiente, entre otras cosas, el diagnóstico para llegar a los 7 millones de personas que viven en comunidades más alejadas, y el registro natal de personas sin actas de nacimiento.

Su lugar será ocupado por Javier May, quien hasta ayer fue el subsecretario de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional de la misma secretaría, y quien estaba a cargo de uno de los programas estelares del gobierno: Sembrando Vida. Se prevé que la subsecretaría sea suprimida, como otras 10 subsecretarías que fueron canceladas por el plan de austeridad.

Sembrando Vida y las personas en el centro de la política

Hace unas semanas, María Luisa Albores conversó con el equipo de Pie de Página para la elaboración de un reportaje sobre la política social. En la entrevista habló de Sembrando Vida, el programa que el presidente enarbola como bandera de compromiso ambiental.

Esto es parte de lo que dijo:

¿Por qué Sembrando Vida está en Bienestar y no en Medio Ambiente o Agricultura?

—Sembrando vida es un programa que tiene en el centro al ser humano, a la persona. Algo que hizo muy bien el proyecto neoliberal es hacernos creer que en el campo no había una perspectiva de vida, y nunca le puso los ojos con una propuesta real al campo. Estoy hablando de 106 millones de hectáreas, de 200 millones de hectáreas en superficie sólida de este país, que están en tierra ejidales y comunales. Y otras 70 millones de hectáreas que están en pequeña propiedad. “‘¡Son 176 millones de hectáreas!”. Imagínense ustedes el sujeto social. Eso no está ocurriendo en El Salvador y Honduras porque tienen otra tenencia de la tierra. Esa es la gran ventaja de Sembrando Vida. En este sentido, si el centro iban a ser las personas el planteamiento fue que se quedara en Bienestar. Y sí, hacer reforestación, regeneración productiva con Sader y Semarnat, pero el centro del programa es el bienestar de las personas y hacer comunidad”.

De pronto parece que en este gobierno hay dos ideas del campo: en el mismo estado, Guerrero, hay un programa que usa fertilizantes y otro (Sembrando Vida) que dice que no hay que usarlos. Una secretaria que habla de campesinos y un secretario que habla de productores. ¿Cómo lo entendemos?

—Yo soy agrónoma y me he dedicado toda la vida a la agricultura orgánica y a la agroecología, y obviamente mi corazón está en ese planteamiento, y es una filosofía de vida, de no utilizar los agrotóxicos, los plagicidas, fertilizantes sintéticos, porque para mí no son buenos. Así de claro: no son buenos. Pero está la otra perspectiva, donde dicen se tiene que producir. Y en ese sentido, si de todos modos lo van a comprar y lo van a comprar caro porque ya es un paquete tecnológico que se viene haciendo de años, pues no veo mal el planteamiento de que si se tienen algunas plantas que se vinieron abajo por el abandono del Estado, pues ahorita hay una posibilidad de que se pongan a producir y que esa producción se deje para las y los productores mexicanos.

A mí, y eso es un asunto personal, el paquete convencional no me gusta. En el paquete tradicional los que trabajan el campo son productores. Para mí es necesario reivindicarlos con la palabra que debe ser: campesino y campesina. La gran diferencia es que el campesino es el que conoce su territorio y lo ama. Y el otro sentido es la parte de productividad, del paquete convencional y que lo metió mucho el modelo neoliberal.
Pero son esas miradas del campo que conviven y yo no lo veo mal.

¿Lo han hablado alguna vez con el secretario de Agricultura o con el presidente?

—Sí, en el caso de la aplicación de la Aurea, me habló el presidente para preguntarme que si nosotros lo íbamos a aplicar, porque sabe que sembramos milpa y normalmente en la milpa, el maíz, se usa la Aurea. Y le expliqué que no, que el fertilizante sintético no lo estábamos valorando y que no iba a dentro de lo que estábamos planteando como Sembrando Vida.
Muy respetuosamente el licenciado nos dijo: ‘muy bien’. Así que nosotros tenemos nuestro paquete que tiene que ver con la agroecología. Es respetado y sí se ha comentado.

— ¿Este paquete agroecológico es el camino más largo?

— Sí. El paquete tecnológico convencional es el que siempre se ha dado, es lo que en la agricultura comercial se ha fomentado. Y es más fácil de aplicar que el de la agricultura orgánica o la agroecología, pero al final sale más caro.

Sobre el trabajo de Bienestar

“Es lo que queremos lograr, donde muchas secretarías realicemos trabajo a nivel de territorios. En cualquiera de los programas, yo no veo sólo a Bienestar. En Sembrando Vida, por ejemplo, estamos en 16 Áreas Naturales Protegidas y nos coordinamos con Semarnat, Conafor, con Conagua porque empezamos con los viveros, y es a nivel de territorio, no tanto a nivel institucional, pero a nivel de territorio solitos se hacen esos tejidos”.

Sobre los pueblos y los megraproyectos

“En Chiapas me encontré varios ejidos que fueron reubicados, porque están ahí la Presa Peñitas y de Malpaso, y las comunidades fueron inundadas para construir las presas. Los fui a visitar por Sembrando Vida, agarramos una lanchita y llegamos hasta las comunidades y la gente me mandaba agradecer y me ponía los apagadores y encendedores para enseñarme los focos. Es decir, fueron comunidades inundadas hace 20 años y nunca habían tenido la luz. Es como la desproporción. ¿Cómo no habían tenido luz, las comunidades inundadas de las presas hidroeléctricas construidas para que otros tuvieran luz. Esa es una realidad que nos encontramos y es el mejor momento para que podamos actuar”.

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