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Ni cárcel ni muerte detendrán a Antorcha

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Franklin Campos
Aunque los pasos toquen mil años este sitio,
no borrarán la sangre de los que aquí cayeron.
Y no se extinguirá la hora en que caísteis,
aunque miles de voces crucen este silencio.

La lluvia empapará las piedras de la plaza,
Pero no apagará vuestros nombres de fuego.
Mil noches caerán con sus alas oscuras,
sin destruir el día que esperan estos muertos (…)

Fragmento del poema Siempre, de Pablo Neruda

Es difícil encontrar en nuestros días a un hombre que viendo su entorno y conociendo su realidad tome la decisión de entregar su tiempo, sus conocimientos, sus comodidades, su vida, para transformar esa misma realidad que a todo mundo consta que es injusta e inequitativa para las grandes mayorías. Pero Benito Quezada fue de esos escasos hombres que una vez que conocen el mundo en que viven, sienten la responsabilidad de hacer todo cuanto esté en sus manos para mejorar las condiciones de vida de sus semejantes. Como si estuviera consciente de que sus días estaban contados, Benito tenía prisa por dejar huella en la memoria y el corazón de los habitantes de Simojovel, en la de todos los mexicanos. En los escasos cinco meses que duró su paso por tierras chiapanecas, mismos que terminaron trágicamente aquel 23 de diciembre de 1989, logró concretar la lucha que el antorchismo local venía dando, con la introducción de agua potable, luz eléctrica, el drenaje, y la construcción de escuelas y casas de salud para beneficio de barrios como Sharpes, San José Linda Vista y el poblado Nuevo Urbano; pero no solo eso, también puso a funcionar una modesta tienda de abarrotes (de esas que ahora Santiago Nieto, jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de la 4T, investiga cómo y de dónde salieron) para el sostenimiento de su trabajo y el de sus compañeros, que al igual que él, se encontraban realizando su actividad política lejos del hogar paterno. Como todo líder antorchista, Benito se reunía periódicamente con cada uno de los grupos organizados, les informaba del avance de las gestiones y, en caso de enfrentarse con la negativa de las autoridades como a menudo sucede, sometía a asamblea la decisión de presionar con todos los recursos que la ley permite, hasta ver coronados sus esfuerzos mediante la ejecución de las obras solicitadas o la llegada de los apoyos a las manos de los peticionarios. Cada integrante del grupo sabía, antes como ahora, que, sin importar el día o la hora, podía contar con la asesoría de Benito para orientarse en algún asunto de la comunidad o incluso algún problema personal, porque ya no se trataba de un extraño, sino de un elemento más de la familia, sobre todo, porque no solo recibían apoyo de él sino que en ocasiones, a ellos les tocaba tenderle la mano en las colectas o alguna otra actividad económica que realizaba.
Como fruto del trabajo honrado, valiente y abnegado, Benito pudo resolver mediante el diálogo y la vía jurídica, añejos litigios de terrenos para vivienda y para cultivo en comunidades como Rivera Domínguez y barrio Platanal, atrayendo inmediatamente la atención de los simojovelenses humildes, pero también de los enemigos del progreso, quienes acostumbrados a vivir a costa de las necesidades de la gente y temerosos de perder su coto de poder, empezaron a lanzar calumnias y amenazas en contra del líder antorchista para intimidarlo y ahuyentarlo; viendo que aquello no surtía el efecto esperado, procedieron a cumplir sus amenazas apagando cobardemente la vida de Benito Quezada García. Creyeron que con su eliminación física desaparecería también su ejemplo; lejos de ello, su cuerpo cercenado cayó cual semilla en tierra fértil y desde entonces, no ha hecho más que multiplicarse y echar raíces en el corazón de los hombres y mujeres bien nacidos que anhelan como él una vida mejor. Ahora, no son solo los antorchistas de antaño, ahora son muchos los barrios, comunidades y nuevos municipios a lo largo y ancho del estado que están dispuestos a poner el hombro para impulsar el crecimiento de Antorcha y con ello acercar el día en que los males de este país se puedan combatir entre todos de manera más rápida y efectiva. Así lo demuestran los logros materiales obtenidos en todos estos años, que van desde los apoyos al campo, mejoramiento a la vivienda y pavimentaciones, hasta grandes obras de infraestructura educativa para la población en general como el albergue estudiantil y el Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (Cecyte) que ha dado a través de sus más de veinte generaciones, jóvenes preparados con educación de calidad.
El problema es que con el crecimiento de Antorcha en Chiapas y en el país entero, han crecido también los enemigos a vencer. En los tiempos actuales, no son ya los cacicazgos locales a los que nos enfrentamos, ni son fuerzas estatales las que nos quieren desaparecer como en el desalojo de la colonia El Refugio de Chiapa de Corzo en 1996, sino grupos de poder tan grandes que ahora son representados por el propio presidente López Obrador. Acostumbrados como están, a usar las carencias de la gente para escalar al poder y perpetuarse en él, dándole solo migajas al necesitado, no les ha gustado que Antorcha levante la voz con claridad y valentía en nombre de los desposeídos, poniendo al desnudo las equivocadas políticas que se están aplicando en México; no les hace ninguna gracia que Antorcha ponga en evidencia la política de aprendiz de brujo que Morena y su 4T están aplicando en el país, pues han desatado mediante un conjuro (que es su arrogancia y su soberbia), todos los males, y ahora no saben cómo controlarlos: están dejando caer la economía a niveles históricos alcanzando los peores augurios que pronosticaron una caída superior al -12%, han permitido que el desempleo crezca a pasos agigantados y han ahuyentado la inversión, y, en el caso de la pandemia, la han combatido tan mal o simplemente no la han combatido, provocando que ya en este momento el número de muertos haya rebasado con creces el “escenario catastrófico y poco probable” vaticinado por el mismísimo subsecretario de Salud. Y ¿qué hacen para poner remedio? Circo y más circo de rifas de avión, Lozoyas y demás; y, al igual que en tiempos de Benito, pero ahora desde las más altas esferas del poder, vierten intimidantes amenazas contra el antorchismo nacional. Han convertido a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) en el garrote favorito del presidente para amedrentar y acallar a los opositores; pero el pueblo conoce a Antorcha y sabe que aunque frente a él han desfilado políticos y partidos de todos los colores, sólo Antorcha ha permanecido a su lado, fiel a sus principios que le dieron origen, gracias a su creador e inspirador, el maestro Aquiles Córdova Morán; que las campañas de lodo que se han venido tejiendo a lo largo de sus 46 años de existencia, tratando de ensuciar su imagen, se han estrellado en el muro de la verdad y la transparencia con que se ha venido desempeñando siempre. Porque Antorcha no surgió como una ocurrencia de alguien, Antorcha es producto de una interpretación exacta de la realidad, y una aplicación consciente y consecuente de lo que nos dicta esa realidad, por lo tanto, no se le puede acabar ni con la cárcel ni con la muerte, porque volverá a brotar cada vez, con más ímpetu y más fuerza que antes. Pierden su tiempo, por tanto, los gobernantes que, en vez de gastar sus energías para atender los males de nuestro país que son muchos y que cada día crecen más, se la pasan fabricando delitos que no prosperarán. Hoy, al igual que en el 89, sabrá distinguir a sus defensores de sus verdugos y, a sabiendas que ahora ya no se trata solo de luchar por obras y servicios, sino de disputarle el poder a quienes toda la vida han medrado con él, sabrá impulsar a los representantes más comprometidos con el progreso y desarrollo en este 2021 para que ocupen los cargos de representación popular y echar de ahí a los mentirosos y traidores del pueblo pobre.

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