La erogación que hizo la PGR, a cargo del priista Jesús Murillo Karam, en el Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Innsbruck, para fabricar la “verdad histórica”, representó apenas el 1.2 por ciento del gasto en las viandas servidas en su despacho, los regalos y los parques de diversiones. Ni siquiera que entre el 26 y el 27 de septiembre de 2014 desaparecieran 43 jóvenes -casi adolescentes- en Iguala, Guerrero, detuvo el buen tren de vida que se había montado en el organismo. Al Procurador jamás le faltó la buena despensa o la buena carne fresca ya fuera de res, ave, borrego o conejo.
Ciudad de México, 8 de julio (SinEmbargo).- En la gestión como Procurador de Jesús Murillo Karam, sólo un concepto de gasto abordó la tragedia de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero: la contratación del Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Innsbruck, Austria.
En ese laboratorio se analizaron los análisis de los restos óseos que según la PGR fueron encontrados en el río San Juan de Cocula, para determinar si pertenecían a los normalistas. Después se conoció que fueron puestos ahí y no “hallados”.
Los resultados ayudaron a construir la llamada “verdad histórica” que el entonces Procurador le presentó al mundo. Ahora, esa verdad es otra. La mañana del 1 de julio de 2020, el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, la declaró “acabada” y nuevos estudios en la misma casa de estudios de Innsbruck identificaron a otro normalista cuyos restos estaban lejos del río.
En 2015, el gasto fue de 16 mil 830 euros, unos 308 mil 236 pesos de la época, según la factura que expidió la universidad, obtenida por SinEmbargo a través de los mecanismos de Transparencia.
En su buena vida como funcionario, el político hidalguense gastó mucho más. La erogación en Innsbruck representó 1.2 por ciento del gasto de las viandas en su despacho, regalos y renta de parques de diversiones que sumó 24 millones 905 mil 493 pesos mientras fue Procurador, de diciembre de 2012 a febrero de 2015.
El 1 de diciembre de 2012, cuando en la persona de Enrique Peña Nieto, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) regresó al poder presidencial, en la Administración Pública Federal se instaló un estilo de vivir de lujo. De ello dan cuenta las declaraciones patrimoniales de quienes fueron servidores públicos en ese sexenio que fue de 2012 a 2018, así como las compras que hicieron para tener comodidad en los despachos de la alta burocracia.
Conocido en las filas del PRI, como un “elegante viejo lobo de mar”, cuando Peña Nieto se convirtió en Presidente, Jesús Murillo Karam fue nombrado en la PGR. Ese estilo de buen vivir se estableció apenas ocupó su silla.
Uno de sus primeros contratos fue el que se inició el 14 de febrero de 2013 y concluyó el 31 de diciembre de 2013 y mediante el cual, adquirió embutidos, carnes frías y quesos; además de granos con la Procesadora y Distribuidora Los Chaneques SA de CV. Luego, con Luis Medica Achucaro, signó otra contratación para que del 14 de febrero al 31 de diciembre de 2013 siempre hubiera pescados y mariscos disponibles para pedir.
Por el primer contrato, la PGR pagó 680 mil 537 pesos (894 mil 794 pesos de ahora) y por el segundo, 629 mil 260 pesos (827 mil 374 pesos de ahora).
El 14 de febrero de 2014, el Procurador mandó pedir por un millón 140 mil 267 pesos a Juana Edith González Huerta, carnes de diferentes tipos: se le entregó res, ternera, borrego, cerdo, cordero, pollo y conejo. El registro de este contrato aparece en el Portal de Obligaciones y Transparencia, pero no se encuentra en Compranet; de manera que no es posible conocer con plenitud al proveedor. Este es uno de los datos oscuros que dejó tras de sí el ex Procurador.
En abril de ese mismo año, ordenó a SUPERISSSTE, embutidos, pan, tortillas, carnes, pollo y pescados para el comedor de su despacho por dos millones 686 mil 786 pesos. Y por tres millones 488 mil pesos, pidió también a ese súper mercado de los trabajadores del Estado, bienes perecederos como granos y productos básicos procesados por tres millones 488 mil pesos.
AYOTZINAPA NO DETUVO LOS GASTOS
La noche del 26 de septiembre de 2014, en un tramo carretero de Iguala, Guerrero, 80 normalistas rurales de la escuela “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa viajaban en dos autobuses rumbo a la Ciudad de México para participar en la conmemoración del 2 de octubre de 1968, la fecha teñida con sangre en la historia de México en la que una manifestación pacífica de estudiantes fue masacrada.
Los normalistas llegaron a las afueras del municipio, donde tomaron otros cinco autobuses. El grupo se repartió y continuó con el plan de llegar a la capital del país. Pero dos de los autobuses fueron interceptados y desaparecidos. Iban en ellos 45 de los normalistas. En el sitio, se encontró el cuerpo inerte de José Luis Mondragón, el único que le fue entregado a sus familiares. Ahí también estaba Aldo Gutiérrez Solano quien hasta hoy, se encuentra en estado vegetativo. Pero no estaba nadie más, ni los camiones.
Conocida la tragedia en los días siguientes, la zozobra se apoderó de México. Y es la hora en que se desconoce qué y por qué ocurrió.
Cuatro meses después, Jesús Murillo Karam presentó una verdad ante medios nacionales e internacionales en una conferencia de prensa. “Fueron privados de la libertad, privados de la vida, incinerados y arrojados al río San Juan (en Cocula). En ese orden. Esta es la verdad histórica de los hechos”, dijo en enero de 2015. Según el entonces Procurador, los crímenes fueron cometidos por el grupo delincuencial denominado “Guerreros Unidos”. Su aparición, Murillo Karam la concluyó con la expresión “ya me cansé”, con la que pidió ya no ser cuestionado. Así, se fue.
En la PGR, la vida siguió inalterable, festiva, tranquila y sin que faltara nada. Para el ejercicio de ese año, Murillo Karam ordenó frutas y verduras con el proveedor Alejandro Reyes Hernández, mediante un contrato con efecto de abril a diciembre, por 977 mil 290 pesos (un millón 187 mil 400 pesos de ahora) y carnes con Telésforo Velázquez Corona mediante una compra por 846 mil 870 pesos (un millón 28 mil 941 pesos) para el mismo periodo.
Los padres de los 43 rechazaron su verdad y empezaron colectas, tocaron la puerta de ONG, sindicatos; hicieron un ayuno en el Zócalo … Como pudieron, con los recursos reunidos, recorrieron parte del país en búsqueda de los hijos. Los querían -aún los quieren- con vida. El esfuerzo no se ha detenido.
LA BÓVEDA DE REGALOS EN PGR
En los días posteriores a la conferencia en la que presentó la “verdad histórica”, la PGR se hizo de cuatro mil 570 piezas de espejos rectangulares de hojalata repujada con base de madera plegable para regalarles a las madres trabajadoras. Costaron 978 mil 304 pesos (un millón 188 mil 632 pesos de ahora).
En la reserva del organismo había dos mil marcos para fotografía de madera y envolturas para regalos para cuando se ofreciera. Ese paquete, por 502 mil pesos (660 mil 47 pesos de ahora) fue pedido al Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías.
En total, el organismo con el encargo de buscar la justicia, gastó 3 millones 539 mil 850 (cuatro millones 654 mil 321 pesos) en “regalitos” mientras Murillo Karam estuvo a cargo.
También, la PGR gastó en diciembre de 2014, en la renta del parque de diversiones “Selva Mágica” para celebrar el día de Reyes 2015 en lo que se fueron dos millones 242 mil 800 pesos con la empresa Mágico Comercial. En la gestión completa de Murillo Karam, la PGR erogó en el arrendamiento de estos centros lúdicos ocho millones 808 mil 800 pesos (unos 11 millones 582 mil 125 pesos de ahora).
De 1993 a 1998, Jesús Murillo Karam gobernó Hidalgo. Después, fue Senador por ese mismo estado (2006) y Secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI (2007). Cuando en 2011, el PRI decidió lanzar a Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República, ayudó a dibujar esa imagen telegénica que distinguió al candidato. A su lado, había trabajado desde 2005, cuando fue delegado del PRI en el Estado de México.
En febrero de 2015, agobiado por la crítica a sus endebles resultados en la tragedia de Ayotzinapa, renunció a la PGR y fue nombrado Secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), una dependencia de las más marginadas en ese momento en la Administración Pública Federal por su poco presupuesto y poca influencia política. En agosto del mismo año, presentó la renuncia y salió de la escena pública.