La bioingeniera militar Chen Wei, una de las científicas más conocidas del país, ultima su investigación para obtener una vacuna contra la pandemia
El País
Uno de los frentes más acuciantes en la lucha contra el coronavirus es la búsqueda de una vacuna que traiga la normalidad de vuelta. Laboratorios de todo el mundo se han embarcado en una carrera que combina intereses sanitarios, económicos y estratégicos. China dio un importante paso adelante este lunes, al aprobar el uso de su prototipo más avanzado entre los soldados de su Ejército. Sus esfuerzos están liderados por una mujer de 54 años y pelo corto, cuyo nombre se traduce como “rosa de exhibición” y que ostenta el rango castrense de mayor general –equivalente a general de brigada en España– del Ejército Popular de Liberación (EPL), las fuerzas armadas chinas. Ella es Chen Wei, la bioingeniera más famosa de su país.
Chen Wei aterrizó en Wuhan a finales de enero, con instrucciones de encontrar remedio a un virus recién descubierto. Desde entonces ha permanecido en el foco original de la pandemia, al frente de un equipo de destacados investigadores militares, en el interior del Instituto de Virología, un laboratorio dotado de avanzados recursos biosanitarios. Uno de sus primeros avances fue el desarrollo de una terapia de plasma, convertida en uno de los tratamientos médicos más extendidos en las semanas iniciales.
Chen es conocida por su participación en la lucha contra algunas de las epidemias más temidas de las últimas décadas. Entre ellas se cuenta el SARS de 2002, también en China; así como el brote de ébola de 2014 en África Occidental. Esta trayectoria, sumada a su firme carácter, le ganó el apodo de “la Terminator del ébola”. También ha investigado sobre el ántrax y guerras bacteriológicas y contribuyó a la operación de salvamento tras el terremoto de Sichuan de 2008.
Al llegar a Wuhan, Chen recurrió a esta experiencia. Recuperó, por ejemplo, un espray nasal desarrollado por su equipo en la campaña del SARS, una herramienta empleada para prevenir el contagio de los trabajadores sanitarios. Según declaraciones de la científica a medios nacionales, en esta ocasión ha mostrado “relativamente buenos resultados a la hora de contener el virus y mejorar la inmunidad”, pero “dificultades técnicas han impedido su producción en masa”.
El resultado de su investigación junto a la empresa CanSino Biologics es una vacuna de subunidad, una fórmula de nueva generación que utiliza otro virus derivado del resfriado común para generar una respuesta inmune sin riesgo de padecer la enfermedad. “La vacuna no tiene sustancias infecciosas, es muy segura y estable y requiere una sola inoculación”, explicaba el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Hubei en su primer reclamo en busca de voluntarios en marzo. Tras pasar dos fases iniciales de pruebas en humanos, la aprobación para uso militar supone su tercera y última.
No serán, sin embargo, los primeros soldados chinos en inyectársela. A mediados de marzo, el EPL publicó una fotografía en su cuenta oficial de Weibo –red social china similar a Twitter, censurado en el país desde 2009– en la que se veía a la científica recibiendo una inyección en su brazo izquierdo, dando a entender que se trataba de la vacuna desarrollada por su equipo. Una segunda imagen mostraba a otros seis investigadores militares, quienes también se habrían ofrecido para probar el compuesto en carne propia antes de que comenzaran de manera oficial los ensayos clínicos. Ambas fueron eliminadas poco después. Chen había asegurado en una entrevista con la televisión nacional CCTV unos días antes que estaban “haciendo todo lo posible para llevar la vacuna que estamos desarrollando a su aplicación clínica”
Una trayectoria ascendente
Chen nació en 1966 en Lanxi, una pequeña ciudad de 600.000 habitantes en la provincia de Zhejiang. Allí cursó sus estudios universitarios, obteniendo un graduado en química en 1988. Al año siguiente fue admitida en el centro más prestigioso del país, la Universidad de Tsinghua –donde 9 años antes el actual líder Xi Jinping también había estudiado ingeniería química–, para realizar un programa de posgrado. Por aquella época conoció a quien sería su futuro marido, Ma Yiming, quien entonces trabajaba como técnico en una empresa vitivinícola en Qingdao. Cuando la pareja contrajo matrimonio, Ma dejó su empleo para convertirse en amo de casa. “No quiero que haga tareas del hogar, sería un desperdicio de su talento”, explicaba él en una entrevista con la televisión nacional.
Al acabar su periplo en la Universidad de Tsinghua se alistó en el EPL y pasó a la Academia de Ciencias Médicas Militares, donde tras obtener un doctorado en 1998 fue contratada como profesora. Obtuvo su rango militar actual, shaojiang o mayor general, en 2015 de manos de Xi Jinping, quien entre sus múltiples cargos ostenta el de director de la Comisión Militar Central, la primera autoridad del EPL.
Bajo el ala de Xi se ha ido abriendo paso en el aparato político chino. En 2012 fue elegida como delegada para la 12ª Asamblea Popular Nacional, el máximo órgano legislativo del país, ostentando uno de los 269 escaños asignados al ELP de los casi 3.000 en total. Fue miembro de la cámara durante sus cinco años de mandato, hasta que en 2018 se incorporó a la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, órgano asesor del ejecutivo formado por 2.000 personalidades relevantes de diferentes ámbitos. La creación de la primera vacuna contra el coronavirus, cada vez más cerca, será sin duda la condecoración más brillante en su pechera.