El Clarín
Este jueves, se cumple una década sin el gran escritor portugués, Premio Nobel de Literatura en 1998. Un repaso por algunas de sus reflexiones.
1. «La vida es como los cuadros, conviene mirarlos cuatro pasos atrás». En Todos los nombres.
2. «El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir». Discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1998.
3. «El tiempo no es una cuerda que se pueda medir nudo a nudo, el tiempo es una superficie oblicua y ondulante que sólo la memoria es capaz de hacer que se mueva y aproxime». En El evangelio según Jesucristo.
4. «Cuántos ciegos serán precisos para hacer una ceguera». En Ensayo sobre la ceguera.
5. «El 47 por ciento de la riqueza mundial se concentra en 200 y tantas empresas multinacionales que ejercen el verdadero poder en el mundo y que jamás se presentan a elecciones. Se gasta más dinero en enviar un aparato a Marte para buscar algunas rocas que en llegar con ayuda concreta a las personas que necesitan más protección». En entrevista con la revista Viva el 7 de enero de 2001.
Saramago. / AFP
6. «La historia oficial que nos enseñan no es más que una selección de hechos organizados coherentemente, aunque nos la presentan como una fatalidad, como algo, que ocurrió porque no podría haber ocurrido otra cosa. Esa historia deja mucho afuera: la historia escrita por las mujeres, los vencidos, los indios, los pobres, todos los que no tienen lugar en la historia oficial o, cuando lo tienen, son un decorado. A la hora de escribir una novela, yo tengo esa necesidad, a veces obsesiva, de buscar lo que no ha sido dicho y a veces lo que no ha sido dicho va en contra o ilumina de otro modo lo que sí se dijo». En entrevista con Clarín, el 26 de enero de 1995.
7. «El mundo también es una noria y son los hombres quienes, andando en él, lo mueven y hacen andar». En Memorial del convento
8. «No puede ser bueno un Dios que le dé a un padre la orden de que mate y queme en una hoguera a su propio hijo simplemente para poner a prueba su fe, eso no se le ocurriría ni al más maligno de los demonios». En Caín.
9. «La edad nos trae una buena cosa que es una cosa mala, nos calma, y las tentaciones, incluso las imperiosas, nos resultan menos urgentes». En El cerco de Lisboa.
10. «Las religiones, todas, por más vueltas que le demos, no tienen otra justificación para existir que no sea la muerte; la necesitan como pan para la boca». En Las intermitencias de la muerte.