Se debe poner atención a compras compulsivas en línea, pornografía por internet y trastorno del juego
Excelsior
CIUDAD DE MÉXICO.
Un incremento de las compras compulsivas en línea, pornografía por internet y trastorno del juego son otros de los efectos colaterales que podría dejar la pandemia de covid-19.
Se trata de adicciones a las que habrá que poner atención por el riesgo de que aumenten a causa del confinamiento.
Gady Zabicky, comisionado nacional contra las adicciones, planteó que todo parece indicar que habrá una modificación en estas conductas.
«Habrá que ver con detenimiento qué pasa, por ejemplo, con el consumo de pornografía por interet; es una área que interesa, el tema de las compras por internet, habrá que ver también qué efecto y qué repercusión tiene, porque supongo que las personas se están endrogando un poquito más”, comentó.
El comisionado indicó en entrevista con Excélsior que en Europa, el gaming disorder ya se ha vuelto un problema de salud importante que podría extenderse por Latinoamérica y México.
«La adicción al juego es una cuestión muy severa, hay tratamiento pero hay que luchar de una manera muy fuerte, porque (esta adicción) es capaz de darle en la torre y acabar con el patrimonio de una familia”, dijo.
En 2018, la Organización Mundial de la Salud incluyó al gaming disorder, con sus variantes en línea y fuera de línea, en 11ª edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) como un síndrome clínicamente cuando el patrón de comportamiento del juego es de tal naturaleza e intensidad. que resulta en una angustia marcada o un deterioro significativo en el funcionamiento personal, familiar, social, educativo u ocupacional.
La investigación Magnitud y extensión del trastorno del juego en la población mexicana, realizada por
expertos del Instituto Nacional de Psiquiatría, indica que un total de 24.5% de la población de 12 a 65 años ha jugado un juego de apuestas. Los hombres tienen prevalencias estadísticamente más altas que las mujeres en casi todos los juegos.
«El trastorno del juego se caracteriza por una necesidad incontrolable de jugar, falta de control sobre el juego, priorizar el juego sobre otras actividades y continuar jugando a pesar de las consecuencias negativas que esto conlleva. A nivel mundial, entre .1% y 5% de las personas muestran signos de problemas con el juego y entre .1% y 2.2% presentan un resultado positivo en los criterios del trastorno de juego. En México, el .3% de la población objetivo cumple con los criterios para el trastorno del juego, y los adolescentes muestran el porcentaje más alto (.4%)”, refiere.
ADICTO AL JUEGO EN LÍNEA
Apenas despierta, Paco toma su tableta o teléfono celular para jugar en línea.
Su ceño se frunce y sus manos se tensan mientras intenta matar a disparos a sus adversarios en el videojuego “Call of Duty”.
La noche anterior, Paco se desveló intentando incrementar su nivel. Suda si no lo logra. Se jala el cabello.
Al principio de la pandemia pensó que se moriría del aburrimiento pero, ahora, más de cien días después, no puede dejar de jugar.
Tiene 24 años y se confiesa un adicto a los videojuegos.
«Cuando empezó la pandemia decidí seguir las reglas de sana distancia al 100 por ciento para proteger a mi familia. Mis papás y yo nos confinamos. Al principio no sabía qué hacer, me aburría mucho y ni las redes sociales, ni las plataformas de streaming fueron suficientes para vencer el aburrimiento, extrañaba salir con mis amigos”, contó.
Desesperado, en el día 10 de la cuarentena, Paco buscó opciones para enfrentar el encierro. “Y ví que había muchos juegos en línea, así que empecé a descargarlos y comencé a jugar. Primero le dedicaba dos horas, después mi tiempo en pantalla fue incrementado a cinco horas, luego a diez; compré más y más juegos; dejé de dormir”, confesó.
«No puedo parar de jugar, me pongo de malas si no lo hago, incluso ya he tenido problemas con mis papás que se enojan de que le dedique tanto tiempo. Apenas la semana pasada tuve mucho dolor en la mano, supongo que de jugar y tuve que mantenerme en reposo dos días: fue espantoso, me sentí desesperado, angustiado por no poder jugar”, dijo.
«Ahora es parte de mi vida. Lo disfruto, aunque también lo sufro mucho. Mientras juego siento placer, la adrenalina recorre mi cuerpo cuando me supero”, admitió.
No sabe qué ocurrirá cuando termine el encierro; tiene pendiente realizar su tesis de licenciatura, pero por ahora es algo que no ocupa su tiempo.