Ingrid Estrada
En una crisis grave se encuentra habitantes de las comunidades de Chiapas, estado con mayor pobreza y marginación en México, y si el virus que causa la enfermedad covid-19 no los mata, los matará el hambre. En mayo festejaron a las madres mexicanas y en honor a ellas, mujeres de la zona altos de Chiapas se pronunciaron en contra de las disposiciones gubernamentales de cancelar los programas de apoyos dirigidos hacia campesinos y familias vulnerables en todo el país, lo que, afirman, deja entrever a un gobierno preocupado por sus intereses personales y no por las necesidades de la gente.
Y aunque la semana pasada el Gobierno Federal anunció que municipios de 15 estados que se encontraban en el nivel verde, a los que llamó “municipios de la esperanza”, podrían regresar a la normalidad el pasado 18 de mayo porque estaban libres de contagio de COVID-19, la medida fue un total fracaso, pues en Chiapas estamos por llegar a un mil casos positivos, de los cuales, como ha informado la Secretaría de Salud Chiapas, se han recuperado 296 y 74 han fallecido; sin contar los casos que no se reportan o que han buscado la atención médica privada, por la negligencia de los centros de salud públicos.
En este sentido, las madres chiapanecas, como Amalia Hernández, quien es una mujer originaria de la comunidad denominada San Isidro Chijilté, ubicada a unos cuantos minutos de la cabecera municipal de Teopisca, en la región altos de Chiapas, pidió al Gobierno Federal que se brinden los apoyo que se daban a través de los programas sociales destinados a familias en vulnerabilidad, pues estos eran una verdadera oportunidad de poder ayudar a la estabilidad de sus familias.
México se destaca por la actitud luchona y aguerrida de sus gente, pero esta pandemia está trayendo consigo más pobreza. Las madres han tenido que agotar sus bienes para mantener en pie a su hogar y han sacrificado lo poco que tenían como las aves de traspatio y de la guarda de algunas semillas, porque el confinamiento en sus hogares, instruido por las autoridades, no les permite salir a sus lugares de trabajo, ni a sus esposos al campo para que pueden recolectar los alimentos necesarios.
Esta situación no está tan alejada de la zona céntrica. Doña Jesuita, habitante de la colonia El Porvenir, del municipio de Ocozocoautla, o señora Julia Trinidad López, habitante de la colonia Unidad Antorchista de Tuxtla Gutiérrez, enfrenta una situación crítica debido a las afectaciones que trajo la pandemia, sobre todo a los sectores que buscaban el ingreso básico todos los días. Las dos situaciones se presentan en hogares que tienen a un integrante de la tercera edad y aunque deberían ser preocupantes para el gobierno, no se muestra el interés por querer apoyarlos.
Han pasado más de dos meses y la horrible, deprimente situación creada por la pandemia del Covid-19, ha sacado a la luz fenómenos que antes no habíamos notado; es importante que los pueblos de Chiapas, ante la realidad lacerante por la que atraviesa nuestro país, reflexionemos y saquemos las conclusiones pertinentes, pues el Covid-19 nos abre los ojos sobre lo que nos falta, pero también nos ha enseñado cómo lograrlo; para poner a Chiapas a salvo de esta y de todas las situaciones complicadas que puedan venir en el futuro.