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Ante el hambre, represión y violencia

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Ingrid Estrada

¡Qué nobles estos hombres mal vestidos, mal pagados, maltrechos, mas altivos
que sin vida interior y sin remilgos construyen confiados nuestro mundo!

Es lamentable, pero sobre todo indignante, la situación a la que se enfrentan millones de familias mexicanas que hoy no tienen qué comer y que son obligadas a permanecer en casa. Dice el poeta Gabriel Celaya que los trabajadores, hombres y mujeres, dejan todas sus fuerzas en sus centros laborales sin importar la vestidura que llevan; por necesidad y con rostros casi caídos de tanto trabajar, han dejado todo para construir este país durante muchos años, y hoy sufren más que nunca, sin que alguien en lo individual pueda auxiliarlos, a pesar de que han alzado la voz para pedir ayuda con lágrimas y voces de quebranto.

México ha registrado hasta esta semana más de 26 mil casos positivos y dos mil 500 muertes por COVID-19, según los datos que el mismo Gobierno Federal informa. Nuestro país se encuentra en la Fase 3 de la pandemia y a dos meses de iniciada la alerta, el desempleo se ha disparado, se sabe que se ha despedido a miles de personas de sus puestos de trabajo formales, tan solo entre el 13 de marzo y el 6 de abril se perdieron 346 mil 800; a estos números se suman los 31.3 millones de ciudadanos que laboraban en el empleo informal, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Este sector de la población es el más afectado, pues difícilmente puede hacer ahorros porque los ingresos del día apenas le alcanzan para pagar los servicios elementales, renta y comida.

Ante esta realidad el Gobierno de la República he hecho bien poco: entregar algunas despensas a sus afiliados y simpatizantes, mientras que la gran mayoría clama por alimento. Siguiendo su ejemplo, los gobiernos municipales tratan a esta clase desprotegida con sorna y desprecio, no en pocas ocasiones hemos sido testigos de como envían a los miembros de la policía a desalojar las calles y mercados con lujo de violencia, de manera inhumana y con una actitud miserable, obligan a cerrar los negocios y levantar pequeños puestos ambulantes, sin importarles si los comerciantes tienen para comer o no.

Ejemplo de lo que digo es lo acontecido el pasado viernes 1 de mayo, cuando alrededor de las 20 horas, elementos de la policía levantaron las carpas de los vendedores artesanales de la región altos y bosques de Chiapas. En los videos que circularon en redes sociales se escucha el quebranto de una señora indígena tzotzil que pide al gobernador piedad porque debía pagar su renta: “gobernador, ayúdame por favor, aquí están los fiscales llevándose mis cosas, no somos rateros, buscamos para la comida, estoy sola y voy a pagar dos mil pesos de renta, ya llevamos un mes y no tenemos dinero” dice, pidiendo ayuda. Otro caso similar, fue el del 5 de mayo, en el municipio de Villaflores, cuando la policía abordó a un vendedor de antojitos, despojándolo de su único medio de trabajo y lo dejó a la deriva.

El gobierno, a través de los ayuntamientos, podrá reprimir a los ambulantes y mandarlos a su casa a que guarden “sana distancia”, pero eso no resuelve el problema del hambre, ni le da respuesta a los millones de estómagos que claman por pan. Casi desde el inicio de la contingencia sanitaria, los antorchistas advertimos al Gobierno Federal de este problema, le hicimos ver que miles de trabajadores no iban acatar el “Quédate en casa”, no porque no quisieran, sino porque les es imposible; por lo que le recomendamos que pusiera en marcha un programa nacional de distribución de alimentos para que la población estuviera en condiciones de obedecer las instrucciones gubernamentales, pero a la fecha nos han ignorado.

En los últimos días, cientos de personas se han visto en la necesidad de manifestar su descontento en redes sociales o hasta en algunas plazas públicas: no se les deja salir a trabajar pero tampoco se les da algo con qué alimentar a su familia. En vez de escuchar y atender este reclamo nacional, el gobierno ha respondido con más represión e intimidación hasta en los medios de comunicación en donde paga sus mensajes; ni siquiera se pregunta cómo están sobreviviendo las familias y tampoco si la población va a aguantar el tiempo que reste de esta pandemia.

Lic. Andrés Manuel López Obrador, el pueblo pide un programa de distribución de alimentos y es urgente que escuche y atienda la demanda de quienes confiaron que éste era un gobierno del pueblo y que trabajaría para el pueblo. A mis hermanos de clase, quiero compartirles mi afecto por su respetable labor, los animo a seguir adelante y que tengan presente que el Movimiento Antorchista Nacional estará con ustedes en el tiempo y momento que sea necesario“¡Arriba, camaradas, saludad la alegría! Los hombres se levantan, edifican en el mundo otro mundo a su medida. Obras son sus amores, y justicia matemática su arma constructiva.” Poema: Mensajes de Gabriel Celaya.

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