En el mejor de los casos, la pandemia puede remitir hacia mayo. En el peor, se puede alargar todo este año. En cualquier posibilidad, las principales economías entrarán en recesión, incluyendo México.
Expansión
¿Cuándo acabará la crisis del coronavirus? Es imposible saberlo con exactitud, ya que hay muchas cosas que los científicos todavía no saben sobre el COVID-19. Principalmente, de qué manera le afecta el clima… si es que le afecta. La Organización Mundial de la Salud ya ha dicho que el calor no mata al virus, pero aún está por ver si se trata de una epidemia estacional, y por tanto si remite de forma natural en las próximas semanas.
No hay que caer en el alarmismo, pero sí hay que ser realistas. El virus es altamente contagioso, y expertos de todas partes están diciendo que lo mejor es hacerse a la idea de que todo el mundo se va a contagiar. Simplemente, como muestran los datos recogidos en los países más afectados, y que puedes ver aquí, la mayoría ni se dará cuenta.
De cada 1,000 personas, cerca de 850 no mostrará ningún síntoma. De las 150 restantes, unas 120 lo sufrirán como una gripe fuerte, pero se recuperarán en unos días. Y los 30 restantes acabarán en el hospital con neumonía y complicaciones. La posibilidad de morir será más alta en personas mayores o gente con problemas respiratorios, cardíacos o diabetes.
A pesar de todo esto, en algún momento lo peor quedará atrás (y está siendo más pronto que tarde en los países que actúan rápido). Entre el 9 y el 15 de marzo, China ya representó menos del 1% de los nuevos casos globales, Corea del Sur pasó en poco tiempo de más de 900 contagiados al día a menos de 80.
En definitiva, hay dos escenarios posibles, según un análisis de la consultora McKinsey:
El primero es el de la recuperación temprana (relativamente).
En esta posibilidad, China y el sudeste asi´ático continúan su recuperación y controlan el virus a finales de marzo o durante abril. En Europa y Estados Unidos, los nuevos casos alcanzan su pico el mes próximo y la mayor disponibilidad de exámenes médicos y la agresividad de los gobiernos, imponiendo cuarentenas y cierres de fronteras, frenan la epidemia. América Latina, si el virus se revela como estacional, se ahorra las peores situaciones.
En este mejor de los escenarios, las consecuencias económicas son graves, de todos modos. China reabre la actividad, pero las cadenas de suministro tardan en tomar velocidad durante todo el segundo trimestre. Siempre según McKinsey, Estados Unidos y Europa entran en recesión, como consecuencia de las cuarentenas y las restricciones de movimientos que congelaron la mayoría de los negocios. Crece el desempleo, caen los mercados, suben las quiebras de compañías.
El segundo escenario es el de la recuperación prolongada.
En esta opción, el coronavirus no sufre ningún efecto estacional y continúa su expansión, colapsando los sistemas de salud en muchos países y causando muchas muertes en los más pobres y poblados. Europa y Estados Unidos no logran comenzar a contenerlo hasta junio, pero en otoño el virus muta y resurge en muchas partes del mundo, dando lugar a nuevas restricciones al movimiento de la población.
Como resultado, la recuperación económica se malogra durante todo 2020, las recesiones de Europa y Estados Unidos se agravan más aún y las empresas de numerosos sectores entran en números rojos. El sistema financiero sufre, pero no corre riesgo sistémico debido a la buena capitalización bancaria que existe en la actualidad.
En ambos casos, hay dos certezas: el virus se contendrá y la economía sufrirá.
México tal vez se salvará de lo peor de la pandemia, pero no se librará de las consecuencias económicas. Este martes, Credit Suisse recortó la estimación del PIB de México a una caída del 4%, ante la caída de la producción industrial, el sector servicios y los precios del crudo.