Excelsior
En México, el cáncer infantil se ha convertido en la primera causa de muerte por enfermedad entre los niños y adolescentes de 5 a 14 años de edad, de acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
En su informe, publicado en octubre de 2023, explicó que la supervivencia global a 5 años, se encuentra por debajo del 50%, lo que trae como consecuencia que anualmente mueran más de 2 mil 300 menores de edad por neoplasias malignas en nuestro país.
Sumado a lo anterior, el 65 % de los casos se diagnostican en etapas avanzadas de la enfermedad, por lo cual, el organismo internacional enfatizó que México tiene la “urgente necesidad de mejorar la detección temprana y la referencia oportuna”.
CADA 90 MINUTOS HAY UN CASO NUEVO DE CÁNCER INFANTIL
De acuerdo al Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (Censia) cada año se diagnostican 7 mil casos nuevos de cáncer infantil, de los cuales, el 52% será algún tipo de leucemia.
Al respecto, en entrevista con Excélsior, Rogelio Pinales Múzquiz, director de comunicación y procuración de fondos de la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (AMANC), señaló que los nuevos casos se van sumando a los más de 23 mil que cada año están en tratamiento activo y la falta de una atención temprana agudiza los decesos.
“Esto significa que cada 90 minutos hay un caso nuevo y cada dos horas fallece un niño con cáncer en nuestro país debido a la falta de un diagnóstico oportuno.
“Los cánceres más habituales, más recurrentes en la infancia y la adolescencia son las leucemias, los linfomas y el cáncer de retina comúnmente llamado retinoblastoma”, señaló.
En el marco del Día Mundial de la lucha contra el Cáncer Infantil, -que se conmemora el 15 de febrero-, el vocero de AMANC añadió que la falta de ingresos es uno de los factores que inciden en la carencia de una atención temprana, lo que a su vez, reduce el porcentaje de sobrevida.
A esta situación se suma, dijo, el desconocimiento de la enfermedad y de sus síntomas, cuando se vive en vulnerabilidad social.
“El 80% de los niños con cáncer que se apoyan en AMANC en la Ciudad de México, llegan con malnutrición y algunos con desnutrición”, indicó.
Ante este panorama, desde hace 43 años, la AMANC apoya a familias de escasos recursos para hacer frente al tratamiento del cáncer.
De hecho, cada año, esta asociación que tiene sedes en 23 entidades, ayuda a más de 3 mil 500 pacientes sin seguridad social, que a nivel nacional son referidos por los diferentes hospitales públicos después de realizar estudio socioeconómico, donde se comprueba la imposibilidad de pagar un tratamiento.
Al respecto, Rogelio Pinales añadió que el 93% de las familias que reciben ayuda, tienen ingresos de alrededor de 10 mil pesos al mes, por lo cual, aunque reciban atención médica gratuita, no pueden sufragar los gastos que implica tener acceso al tratamiento.
“Si AMANC no estuviera, a la familia le costaría un promedio de 250 mil pesos al año pagar de su bolsillo todo lo que nosotros ofrecemos de manera gratuita, es decir, la estancia, el hospedaje, el transporte a los hospitales, estudios de laboratorio, muletas, sillas de ruedas, oxígeno y todo lo que necesita para que un niño en tratamiento se pueda recuperar”, señaló el vocero de AMANC.
LLAMAN A ESTAR ATENTOS A LOS SÍNTOMAS
Desde hace más de tres décadas, en la Ciudad de México, la Casa de la Amistad atiende anualmente a mil 200 niños y jóvenes en situaciones vulnerables que junto a sus familias luchan contra el cáncer infantil.
Y para impulsar detección temprana que aumenta la sobrevida de los pacientes, -superando la enfermedad-, la institución, hizo un llamado a la ciudadanía a conocer y estar pendientes de los síntomas que se pueden identificar como principios de cáncer:
Fiebre sin motivo
Sangrado nasal anormal
Pérdida de peso
Dolor cabeza
Pérdida de equilibrio
Sueño y cansancio constantes
Moretones que no fueron provocados por golpes
Crecimiento del abdomen
Abultamientos en el cuerpo
Dolores en huesos y articulaciones
Cambios de comportamiento
Percepción de luz blanca en un solo ojo
La Casa de la Amistad añadió que si cualquiera de estos síntomas persiste por más de dos semanas, es necesario consultar a un médico y realizar estudios adecuados como resonancias, tomografías, análisis de sangre, orina y biopsias para descartar los diferentes tipos de cáncer.
JUAN PABLO LE DICE ADIÓS AL CÁNCER
Las quimioterapias quedaron atrás. A sus 12 años Juan Pablo Ferrer Núñez tocó la campana de la victoria porque venció al sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer que afecta los huesos y los tejidos que lo rodean, y que en su caso, desde hace dos años le dañaba la columna vertebral.
Sentado en su silla de ruedas a la espera de iniciar una rehabilitación que lo ayudará a volver a caminar, Juan Pablo comparte en entrevista con Excélsior que está muy feliz porque se acabaron los dolorosos tratamientos y las estadías en el hospital.
“Los internamientos, los estudios, los piquetes que fueron demasiados y el dolor ya todo eso ha terminado al fin. En este momento queda cero por ciento del sarcoma que tenía.
“Los doctores me dijeron que tenía un sarcoma de Ewing, que se estaba comiendo los huesitos entonces me tuvieron que operar para quitarme una parte de ese tumor, pero ya no está”, señaló.
Acompañado en todo momento por sus padres Alexis Ferrer Colina y Zoreida Nuñez Lugo, y también de su hermana Camila, actualmente Juan Pablo acude solo una vez al mes a sus citas en el Hospital de Pediatría del Centro Médico Siglo XXI del IMSS, donde han logrado incrementar la sobrevida de los pacientes en un noventa por ciento.
Y desde la sala de espera, comparte sus metas.
“Quiero regresar a la escuela, recuperar todo lo que perdí porque me quedé en quinto grado y debería estar ahorita en secundaria. También quiero ser feliz, quiero poder caminar, hacer deportes como practicar básquetbol y socializar más”, indicó.
Sus padres relatan que aunque han vivido una situación muy difícil, emocional y económicamente hablando, nunca perdieron la fe, ya que además de que contaban con seguridad social, Juan Pablo fue atendido por doctores comprometidos con su salud.
No obstante, ahora como familia tienen nuevos retos que vencer.
“Actualmente nos dicen que no hay impedimento para que él regrese a caminar, siempre y cuando tenga su rehabilitación y su terapia”, señaló Alexis Ferrer, papá de Juan Pablo.
Su mamá, Zoreida Nuñez añadió que en cuanto se recuperen económicamente, su hijo regresará a la escuela.
“Juan Pablo no está estudiando porque yo me quedé sin empleo, mi esposo igual. No tenemos los recursos necesarios como para inscribirlo nuevamente a la escuela para que vuelva otra vez a retomar su vida normal, pero estamos felices y en paz porque está sano, así que vamos a dar un paso a la vez”, indicó.
Como familia coinciden en señalar que aunque fue un duro camino, no solo al lucha contra el cáncer, sino por las secuelas que dejan las quimioterapias, -que le bajaban las defensas, le causaban fiebres y le quitaban el apetito al Juan Pablo-, su amor siempre los impulsó.
“Así que para todas las personas que estén pasando por algo similar, les decimos que no se rindan porque siempre hay una luz al final del túnel”, señaló Camila Ferrer, hermana de Juan Pablo.
¿POR QUÉ SE TOCA LA CAMPANA DE LA VICTORIA?
Cuando un paciente gana la batalla al cáncer, es tradición que antes de salir del hospital donde es atendido, resuene una campana.
Se trata de la campana de la victoria, también conocida como la campana de la vida, que es un símbolo de esperanza y triunfo para los pacientes oncológicos.
De acuerdo al IMSS, la tradición de tocar una campana tras vencer el cáncer comenzó en 1996 en el Centro Oncológico M.D. Anderson de la Universidad de Texas.
Un marinero que había terminado su tratamiento, tuvo la idea basándose en una costumbre naval donde los marineros tocan una campana para marcar el final de una misión.