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Han sido insuficientes las estrategias para combatir la obesidad

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Gaceta UNAM

En México, el sobrepeso y la obesidad en infantes y adolescentes en conjunto presentan una tendencia general al alza. Entre 2020 y 2023, la prevalencia de estos problemas en infantes de 5 a 11 años alcanzó el 36.5 %, mientras que en adolescentes de 12 a 19 años fue del 40.4 %, según los últimos datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2023, revelados por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

Al considerar únicamente las cifras de sobrepeso, estas presentaron una disminución discreta en infantes, pues la prevalencia pasó del 20.2 % en 2006 a 19 % en 2023; la obesidad, tomando en cuenta los mismos años, tuvo un aumento de 14.6 % a 17.5 %. En adolescentes, la obesidad creció notablemente, al pasar de 11.9 % en 2006 a 17 % en 2023; y el sobrepeso de 21.3 % a 23.4 % en el mismo periodo.

Para Daniel Pahua Díaz, académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina, las estadísticas actuales reflejan una preocupante realidad: los esfuerzos y estrategias implementados para contrarrestar estas problemáticas de salud no han sido suficientes para mejorar el estado nutricional de la población de dichos rangos de edades.

“La situación es aún más crítica cuando afecta a los niños, porque desde edades tempranas están mayormente propensos a desarrollar algunas enfermedades como diabetes, hígado graso, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, entre otras”, precisa el docente.

Las cifras totales de 2023, que engloban tanto obesidad como sobrepeso en ambos grupos de edad, contrastan con las de 2018, cuando la prevalencia era de 35.4 % en infantes y 38.4 % en adolescentes; en 2012 era de 34.2 y 34.9, respectivamente; esto marca un incremento constante a lo largo de los años, de acuerdo con la última encuesta.

En tanto, Mariana Isabel Valdés Moreno, jefa de la carrera de Nutriología de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, recalca que el problema “es que la tendencia no se corrija y siga en aumento, esto indica que es mayor la probabilidad de que un niño o adolescente sea un adulto con sobrepeso u obesidad”.

Pese a que en 2023 hubo una disminución discreta en ambos grupos de edad, pues los datos obtenidos en 2022 indican que la prevalencia de obesidad y sobrepeso en infantes fue de 37.3 % y en los adolescentes de 41.1 %, la encuesta refiere que desde 1999 hay una tendencia general al alza.

Principales causas
Este tipo de problemas están asociados a la herencia social, ya que los niños y adolescentes comerán como les enseñaron en sus hogares.

“Es importante considerar que, en parte, la alimentación de los niños y adolescentes es un reflejo de los padres, madres o personas cuidadoras, por lo que si su entorno propicia hábitos saludables, se podría coadyuvar para que no tengan este tipo de problemáticas”, menciona Valdés Moreno.

A su vez, Pahua Díaz refiere que la predisposición genética influye de manera importante en el desarrollo de la obesidad y el sobrepeso, pero también la herencia social, es decir, “está ligado a la composición corporal de la familia, pues se ha observado que los niños y adolescentes que tienen estos problemas es porque su padre o madre también los padecen”.

La prevalencia de obesidad y sobrepeso en infantes y adolescentes con padre o madre con dichos problemas se duplicó en comparación de quienes no los tienen, pues en infancias se reportó un 40.7 % contra un 20 % y en adolescentes un 43.7 % contra 21.3 %.

Pahua Díaz explica que otra de las causas es el consumo de azúcares añadidos. En este sentido, el análisis reportó que más del 60 % de los niños y adolescentes que fueron evaluados presentaron un consumo elevado, superando los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud, que sugiere limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10 % de la ingesta calórica total, un equivalente a 25 gramos al día.

Un aumento de los niveles de glucosa por encima de los parámetros normales (que en ayuno es de 70 a 110 mg/dl y después de comer hasta 140 mg/dl, en personas sin diabetes) genera estrés oxidativo que daña las células progresivamente y, esto en conjunto con el estado inflamatorio crónico que presentan los pacientes con sobrepeso y obesidad, causará un daño que se reflejará paulatinamente en diferentes órganos como el corazón, riñones, hígado, etcétera. Dicha afectación se ve favorecida por la falta de actividad física.

El sedentarismo es otro factor a tomar en cuenta, ya que la cultura de realizar ejercicio no está arraigada en la sociedad, esto se debe a la falta de espacios públicos y a la vida acelerada y las sobrecargas y demandas laborales que no facilita a los padres involucrar a sus hijos en actividades físicas.

Por otro lado, Pahua Díaz señala que “la presencia de alimentos ultraprocesados está en todas partes; a lo que se suma el abuso de la tecnología, pues ahora se ha implementado el uso de tablets o celulares como entretenimiento para los infantes, esto aunado a la falta de seguridad pública ocasiona que estén en sus casas haciendo un mayor uso de este tipo de aparatos electrónicos”.

En tanto, Valdés Moreno comenta que “intervienen factores culturales pues con el tiempo se ha relegado la dieta tradicional mexicana que es completa y equilibrada; parte de la problemática radica en que se han traído a México alimentos con baja calidad nutrimental, que se prefieren porque son más baratos y accesibles”.

¿Qué hacer?
Valdés Moreno recomienda retomar las guías alimentarias para México con el propósito de brindar una dieta adecuada a niñas, niños y adolescentes.

“Estas incluyen ciertos alimentos en los tres tiempos de comida, por ejemplo, en un plato deben abundar alimentos de origen vegetal, verduras, frutas y sólo una cuarta parte deben ser tubérculos como la papa, cereales como el arroz y tortilla, el resto está repartido en alimentos de origen animal como lácteos o carnes. Es decir, una alimentación adecuada incluye consumo de vegetales, proteínas, fibra y agua”, precisa.

Otra sugerencia, afirma la experta, es evitar alimentos ultraprocesados y, en su caso, orientarse a través del etiquetado, cuantos menos sellos tengan es mejor, porque de esta manera se evita consumir grandes cantidades de sal o de azúcar.

El consumo adecuado de frutas y verduras puede ayudar a reducir la probabilidad de tener sobrepeso y obesidad. Según el estudio del INSP, estas problemáticas disminuyeron en aquellos niños y adolescentes que adoptan estos alimentos y que su padre o madre tiene un índice de masa corporal normal, las cifras indican que uno de cada cuatro niños cumple con el consumo de éstas.

Todo lo mencionado anteriormente es importante, pues a consideración de Valdés Moreno, “una alimentación que no tiene la suficiente calidad nutrimental puede afectar el desarrollo cognitivo, la concentración y el desempeño físico; también puede influir en el estado de ánimo”.

Por último, aclara que aunque los padres y madres sean un factor primordial para la alimentación saludable, necesitan información y los recursos alimentarios suficientes. Además, es necesario que se aborde la problemática del sobrepeso y obesidad desde un enfoque más amplio, social, cultural, económico y psicológico.

Pahua Díaz subraya la importancia de inculcar que a los niños y adolescentes se les realicen exámenes de rutinas, por lo que es relevante efectuar una promoción de la salud y la prevención de enfermedades, es decir, diagnósticos oportunos.

“Todos somos parte de este problema, por lo que es necesario considerarlo también desde el gobierno, instituciones educativas, empresas alimentarias y sociedad civil respecto a la regulación de publicidad de productos ultraprocesados, etiquetados claros, promoción de entornos escolares saludables, educación nutricional para padres y cuidadores, promoción de actividad física, entre otros”, finaliza al académico.

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