Gaceta UNAM
Lograr que llueva en tiempos de sequía es un sueño añorado por las civilizaciones humanas desde la antigüedad. Sin embargo, para lograrlo se requiere, más allá de eficientes técnicas físicas, la presencia de nubes que permitan estimular artificialmente la lluvia, lo cual no es frecuente en tiempos de sequía, señaló Fernando García García, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.
“Y aunque teóricamente se puede provocar que las nubes precipiten, no hay evidencia científica de que estas técnicas funcionen sobre zonas de importancia económica”, reconoció.
El físico, adscrito al grupo Física de Nubes de dicha entidad académica, ofreció el seminario Siembra de nubes para el aumento de la precipitación: una revisión, organizado por el ICAyCC.
Propuestas
El especialista dijo que México es pionero en el uso de técnicas de siembra de nubes para el aumento de la precipitación: entre 1948 y finales de 1970 en Necaxa, Puebla, se realizó el mayor experimento del mundo en esta materia; la siembra de partículas de yoduro de plata mediante quemadores de acetona desde la superficie.
En esa misma época, en Sonora y Sinaloa se hizo siembra operacional con yoduro de plata mediante bengalas colocadas en las alas de aviones.
“Proyectos similares continúan realizándose en diversas zonas del país mediante compañías privadas contratadas por los gobiernos federal y estatales. Sin embargo, los resultados no son ni física ni estadísticamente concluyentes”, finalizó Fernando García.
El experto recordó que en los últimos dos siglos, muchos de los sitios que han servido como fuente de abastecimiento de agua se han visto afectados por diversas causas, de entre las cuales las actividades humanas han contribuido de la manera más importante.
“Desde la década de 1940 se ha intentado manipular el tiempo meteorológico haciendo uso del conocimiento científico y de las tecnologías disponibles para, entre otras cosas, aumentar la eficiencia de precipitación de las tormentas”, indicó.
En épocas más recientes, se han propuesto diversas metodologías para la llamada modificación artificial del tiempo.
La mayoría de estas tecnologías, conocidas como “siembra” o “bombardeo” de nubes, consisten en introducir sustancias nucleantes (que mejoran la formación de núcleos) en nubes durante su desarrollo, para así tratar de alterar la precipitación.
Detalló que la formación y el desarrollo de las nubes y la precipitación involucran diversos procesos microfísicos que ocurren simultáneamente, pero a diferentes ritmos, con uno de ellos convirtiéndose en dominante debido a su mayor eficiencia bajo condiciones atmosféricas dadas.
En nubes con cimas superiores a 0 grados Celsius, donde se forma hielo, la precipitación puede desarrollarse a través de diferentes procesos.
García García explicó que la enorme energía asociada con los sistemas de nubes naturales significa que no es factible aumentar las precipitaciones mediante cambios en el equilibrio de masa o energía del sistema.
“Por tanto, se espera que una intervención cuidadosa, mediante la siembra de partículas de aerosol apropiadas que aumenten o sustituyan a las partículas naturales, sirva para incrementar la precipitación de algunas nubes”, comentó el experto universitario.
Esto sólo se podría lograr mediante un conocimiento preciso del sistema, pero todavía existen grandes lagunas en nuestro conocimiento de los procesos microfísicos, especialmente con los asociados a la formación y el crecimiento de hidrometeoros sólidos.
“Es necesario mejorar la comprensión de las interacciones entre estos procesos, así como la dinámica en todas las escalas”, finalizó.