France 24
Alabama ejecutó el jueves 25 de enero a Kenneth Smith asfixiándolo con gas nitrógeno, la primera vez que se usa este método de pena capital y que ese estado del sur de Estados Unidos defiende como una alternativa más simple a las inyecciones letales.
Smith fue ejecutado con este procedimiento luego de que en noviembre de 2022 hubiese un intento fallido, dado que el verdugo no logró insertar una aguja de vía intravenosa en su cuerpo. Como parte de un acuerdo posterior, Alabama se comprometió a no intentar matarlo de nuevo con inyección letal.
Smith, condenado a muerte por asesinar a una mujer por encargo en 1988, fue declarado muerto a las 20.25 hora local (02.25 GMT del viernes) tras haber inhalado el gas nitrógeno a través de una máscara y haberse quedado sin oxígeno.
Sus últimas palabras, ya con la máscara puesta, fueron:
«Esta noche Alabama hace que la humanidad dé un paso atrás. Gracias por apoyarme. Los amo a todos».
Periodistas que fueron testigos oculares de la ejecución relataron que, después de que el gas comenzase a fluir, Smith se estuvo retorciendo durante un par de minutos y luego se le vio con respiración agitada durante varios minutos más.
El director del Departamento Correccional de Alabama, John Hamm, dijo en rueda de prensa posterior que las sacudidas del reo fueron «involuntarias», pero nada fuera de lo esperado.
«Parecía que Smith estaba conteniendo la respiración tanto como podía», dijo Hamm, cuando se le preguntó en una conferencia de prensa si se esperaba que se retorciera. «Luchó un poco contra las ataduras, pero fue un movimiento involuntario y una respiración agónica. Así que eso era todo lo que se esperaba».
El gas nitrógeno fluyó durante unos 15 minutos.
Rechazo de organismos de derechos humanos
El Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó minutos antes de la ejecución el último recurso que la defensa del preso había presentado este mismo jueves por 6 votos a 3, dando así luz verde al inicio del procedimiento.
La progresista Sonia Sotomayor, una de las tres juezas que votaron por detener la ejecución, argumentó:
«al no haber podido matar a Smith en su primer intento, Alabama lo ha elegido como su ‘conejillo de indias’ para probar un método de ejecución nunca antes usado».
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Amnistía Internacional, y Human Rights Watch habían pedido a Estados Unidos que no permitiera la ejecución.
Smith estaba en el corredor de la muerte por haber asesinado en 1988 a Elizabeth Sennett, por encargo de su marido, Charles Sennett, quien pretendía cobrar una indemnización. Smith y su cómplice, John Forrest Parker, recibieron 1.000 dólares cada uno.
Charles Sennett se suicidó una semana después del asesinato, cuando se dio cuenta de que las autoridades le consideraban sospechoso, mientras que Parker también fue condenado a muerte y fue ejecutado en 2010 con una inyección letal.
«A las tres personas implicadas hace años, las hemos perdonado», aseguró también en rueda de prensa Mike Sennett junto a sus dos hermanos, los hijos de la asesinada, después de presenciar la ejecución del último de los involucrados, una sensación que describieron como «agridulce».
«Los actos malvados tienen consecuencias», añadieron.
Todos los ojos estaban puestos sobre Alabama y su nuevo método de ejecución, el primero desarrollado desde que en 1982 se introdujo la inyección letal, que ha sido mayoritario durante las últimas cuatro décadas en el país, desplazando a la silla eléctrica.
Alabama decidió probar con la asfixia con gas nitrógeno ante la dificultad que han enfrentado en los últimos años los estados que aún usan la pena capital para adquirir fármacos letales por la negativa de las farmacéuticas a que sean usados con este propósito.
Además, las complicaciones surgidas en varias ejecuciones desde 2014 -algunas en Alabama- han hecho que se cuestione el método por inhumano y que haya sido objeto de disputas legales durante años.
Otros estados estaban muy pendientes de la ejecución en Alabama, para introducir también el método de asfixia con nitrógeno. Oklahoma y Misisipi, de hecho, ya han aprobado el método, pero aún no han desarrollado un protocolo para usarlo ni construido las instalaciones.
Desde que el Tribunal Supremo reintrodujo la pena de muerte en 1976, han sido ejecutados en Estados Unidos 1.583 presos, 73 de ellos en Alabama.