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6 años, 6 voces de Ayotzinapa || La única mujer en la noche de Iguala

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Natividad Ambrosio fue de las primeras periodistas que acudió al llamado que estudiantes normalistas hicieron la noche del 26 de septiembre de 2014, para evidenciar el ataque del que habían sido víctimas por parte de un grupo armado. Ahora, lejos de su natal Iguala, habla por primera vez sobre cómo vivió aquella noche.


Bianca Carretto


IMER Noticias

Habían pasado solo 5 minutos de aquella conferencia de prensa a la que estudiantes normalistas habían convocado de manera urgente, cuando el sonido de una bala irrumpió en medio de la lluvia.

Allí estaba Natividad Ambrosio, la única mujer periodista en el lugar, quien presenció el momento en que un grupo armado inicio un segundo ataque contra los jóvenes de Ayotzinapa.

Aquella noche del 26 de septiembre de 2014, Natividad pudo salvar su vida por una casualidad: en la confusión de los primeros minutos perdió sus sandalias.

Iguala estaba callada, sola, desierta, no había nadie en las calles. Prácticamente, todos nos dispersamos, todos los periodistas nos dispersamos esa noche. Yo andaba sin zapatos, perdí mis zapatos esa noche y que son parte de la investigación ahí en la fiscalía… 

Cuando empezaron a dispararnos estábamos como en ‘U’ todos los reporteros y enfrente de nosotros estaban los chavos. Cuando empiezan a atacarnos a balazos todos corren y yo me quedo parada. Yo escucho voces, escucho las balas, gritos, pero me quedo en shock parada, entonces uno de los chavos me dice: protéjase atrás del autobús, ahí reaccione. Es ese momento como de vivir y de buscar proteger mi vida.

Natividad Ambrosio

Seis años después de aquella noche, Natividad está lejos de Iguala, su hogar. Las amenazas por su labor periodística la convirtieron en una víctima más del desplazamiento forzado en Guerrero, un estado donde nada ha cambiado, dice: ni la corrupción ni la violencia ni la colusión de las autoridades con el crimen organizado.

IMER Noticias habló con Natividad de lo que ha pasado en su municipio y con el periodismo guerrerense, a seis años de la Noche de Iguala, un hecho del que nunca había hablado de manera pública.

 

-Antes de aquella noche, ¿habías presenciado un acontecimiento similar en alguna de tus coberturas?

-Había vivido unas cosas así haciendo coberturas en otro municipio de Cocula, pero era distinto. Tenía que ver con las autodefensas, con las policías comunitarias, pero esa noche fue completamente diferente, porque nos estaban atacando a nosotros porque querían calmar el movimiento que los chavos normalistas estaban emprendiendo con su denuncia.

-¿Algo cambió en Guerrero después de aquella noche?

-Guerrero siempre ha sido considerado Guerrero Bronco, Guerrero de las mil luchas, sobre todo por las injusticias que hay en el campo en estos sectores de pobreza extrema de los campesinos, sobre todo.

-Y en Iguala, ¿qué cambió?

Iguala tenía más vida, tenía más vida nocturna, tenía más vida comercial, pero siempre ha tenido malos gobiernos. Siempre como que han saqueado al municipio, los funcionarios y los alcaldes en curso y siempre han tenido inmersos a integrantes del crimen organizado en sus gobiernos. 

Grupos de la delincuencia organizada siempre se disputan esa plaza porque es el tránsito para donde quieras: para el Estado de México, para Acapulco, para el DF… tiene el cruce. Prácticamente es la disputa que tienen los grupos de la delincuencia organizada siempre va a ser una zona de alto riesgo y conflicto por esa disputa que tienen. 

-¿Cambió la dinámica del crimen después de Ayotzinapa?

-Antes había más amenazas. La delincuencia amenazaba, amenazaba, amenazaba y no ejecutaba… Y ahora amenaza y ejecuta al mismo tiempo que aplica esa amenaza. Y antes o sea a la mejor les daban opción,  supongo yo, que les daban un tiempo para que reaccionara, a las personas que amenazaban o que estaban peleando. Pero ahora no, ahora te amenazan un día y al otro  prácticamente estás muerto, ¿no?

-¿Cómo se vive el periodismo en Iguala desde aquel día?

Actualmente, estoy desplazada. Me salí un ratito de Guerrero. Precisamente, por esta disputa de los grupos del crimen organizado. Después del asesinato de Pablo Marrugares, del que eral el director del Portal de Noticias, atacaron a balazos el periódico donde yo estoy laborando, el Diario de Iguala, entonces hubo un momento muy tenso. 

Ha sido muy difícil de sobrellevar. No he dejado de trabajar, no he dejado de hacer las denuncias. Pero con más cuidado porque ya no puedes hablar tanto de los grupos de la delincuencia, no puedes manejar mucho nota roja. Tienes que bajar el perfil y tienes que tener cuidado porque prácticamente todos tus amigos y familia  siguen en el lugar. Entonces sí tienes que cuidar esa manera de denunciar o de evidenciarlo. 

-¿Qué cambió en ti como periodista?

-Vi otra otra forma a la que yo veía los movimientos sociales. Le vi otro rostro a los movimientos sociales. Yo los cubría y no trataba mucho de involucrarme. Yo trataba de hacer mi labor de periodista, de ir a cubrir los eventos y hasta ahí. Pero con los chavos, con los papás de los 43 hay mucho acercamiento. No te puedo decir que hay una amistad, pero sí hay mucho acercamiento. Nos conocemos, nos reconocemos y nos decimos palabras de aliento porque ellos saben que nosotros estamos en riesgo, sobre todo los que vivimos ahí, en Iguala.

-Tú has acompañado a los padres, ¿qué cambios percibes en su lucha y exigencia de justicia?

-Ellos tienen la esperanza en el gobierno por todo lo que sé genaro previo a que asumiera el presidente de la república su mandato esta promesa de que iba a haber justicia y castigo a los responsables, ellos están esperando ellos, ellos ven con buenos ojos buenos las investigaciones, los hallazgos y la participación de los expertos para ellos es importante en esta nueva etapa…

Cada 27 septiembre, ellos van a Iguala o ellos van a Iguala, a colocar ofrendas florales es como un ritual de cada mes. A veces las ves muy cansadas, muy agotadas y los rostros demuestran cansancio, desesperanza, pero todavía en sus voces encuentras una palabra de aliento, esa esperanza que tienen para localizar a sus hijos.

Una esperanza que también mantiene Natividad, quien a pesar de las amenazas está convencida de que la labor periodística es necesaria para evidenciar aquello que propició los hechos ocurridos la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, cuando la vida de ella y de algunos colegas reporteros también estuvo en riesgo.

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