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“Se gobierna para ser eficiente, no para ser popular”: Patrocinio

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ENTREVISTA CON EL EXGOBERNADOR DE CHIAPAS

 

“Se gobierna para ser eficiente, no para ser popular”: Patrocinio

 

ÉDGAR HERNÁNDEZ RAMÍREZ

 

Patrocinio González Garrido se pinta solo. A sus 84 años, el exgobernador de Chiapas y exsecretario de Gobernación con Carlos Salinas, no rehúye de sí mismo. Defiende a tope sus convicciones políticas y su idea del gobierno y del ejercicio del poder. Dice que a pesar de que cada vez que saca la cabeza le dan de mandarriazos, él seguirá opinando “les guste o no les guste”, porque además –afirma– no busca los aplausos.

En esta entrevista efectuada en el jardín de su casa, no evade ningún tema. A su estilo, directo y con pinceladas de buen humor, habla de su circunstancia como ciudadano activo y de su paso por la política y el gobierno, de sus aciertos y sus errores, del derrumbe del sistema, de la crisis de representatividad, del combate a la corrupción y de la problemática situación de Chiapas.

Evalúa el gobierno de Manuel Velasco y le señala sus errores; explica la importancia del Estado de derecho en la función de gobernar, de la prioridad del diálogo, pero también de la facultad del uso de la fuerza pública; señala la necesidad de crear mecanismos para darle voz a los pobres, abandonados a su suerte por los políticos; y hace hincapié en la transparencia y la vigilancia ciudadana como factores fundamentales para combatir la corrupción.

Hijo el exgobernador Salomón González Blanco y padre de Josefa González Ortiz, futura secretaria del Medio Ambiente con Andrés Manuel López Obrador, Patrocinio dice no creer en la “etiquetota” de la Cuarta Transformación; apoya el proyecto del Tren Maya porque no dañará selva, comunidades o zonas arqueológicas, ni espantará a los aluxes, seres que –asegura– existen en la realidad de los indígenas choles.

Conmovido, al borde de las lágrimas acepta que, “más que nada en la vida”, le hubiera gustado volver a gobernar Chiapas, porque su más grande error fue haber abandonado su gobierno antes de terminar el sexenio. Se descarta como colaborador de AMLO, porque dice no tener una relación cercana con el presidente electo, pero si se lo ofreciera estaría dispuesto a colaborar en un proyecto serio de restablecimiento del orden jurídico en el país. Y confiesa que a él le gustaría que lo recordaran “como un hombre enérgico, con vocación de servir”. Genio y figura… He aquí Patrocinio en su tinta:

 

—Una regla no escrita del viejo sistema político ordenaba que terminando su administración el gobernante debía irse al ostracismo; ¿era eso una especie de pacto de impunidad?

—No. Era la glorificación. El gobernante era casi un semidios. Era un circo de una pista, solo podía haber un diosecito. Ese era el que estaba en turno, y todo mundo le aplaudía su ser y su quehacer, una vez que terminaba se iba a su nicho y subía otro diosecito. Pues como yo nunca fui Dios, sino fui humano, tiene uno que estar en el debate constante. Si yo no hablara, no habría quien me ataque y me critique, y hay muchos que me atacan y me critican, pero porque hablo y opino. Los otros (exgobernadores) lograron una cosa más importante: no los atacan, nada más ya los olvidaron. Después de gobernar yo regresé a ser ciudadano, y como ciudadano puedo hacer lo que se me dé la gana dentro de la ley.

 

—Percibo que es su naturaleza de animal político que no lo deja tener sosiego y por eso le gusta estar en el debate, en el ojo del huracán.

—No. Si tú ves el panorama, cómo es posible estar callado cuando el país se derrumba entre la incapacidad y la corrupción de Enrique Peña Nieto. Cuando eso viene en cascada, estados, municipios y toda la estructura del poder, ¿debe uno permanecer callado? Entonces es indiscutible que las cosas están mal y tienen que  replantearse. Unas están mal porque se agotó el sistema. Por ejemplo, la representación popular que residía en los diputados se ha erosionado, tu diputado ya no te representa. ¿Por qué? Porque para ser diputado hacen campaña en radio y televisión y dos o tres notitas en el periódico y ya ganaron. En mi época, cuando yo fui diputado, íbamos de comunidad en comunidad, de colonia en colonia, de mercado en mercado, agarrando mano, con la idea de que mano que agarra mano no agarra piedra, y estableciendo vínculos de compromiso. Entonces sí nos conocían y los conocíamos, y podíamos representarlos, hoy eso ya no se da, la gente ya no tiene voz. Se tienen que encontrar mecanismos y todos, el periodista, el político, el académico debemos tratar de convertirnos en la voz del pueblo. Podemos equivocarnos, pero creo hacen falta voces porque la representación está agotada. Es algo que el mismo Andrés Manuel plantea sin decirlo, él por ejemplo va a la consulta popular, cuando la mayoría de la Cámara de Diputados es de él y de su partido. Si fuera la auténtica representación popular, con consultarlos a ellos, bastaría. Entonces sí tenemos que ser voces. Tú no puedes escribir nada más, tienes que escribir y opinar, y plantear soluciones o interrogantes, porque todos somos de alguna manera líderes parciales o totales de cierto sector de la sociedad, y la pasividad es lo único que no cabe en esta vida.

 

—La crisis de representación también abarca a los partidos políticos, se vició el sistema.

—Los partidos políticos en mis tiempos representaban posiciones ideológicas, te podías afiliar a uno u otro porque te representaban tu idea; pero ahora se diluyeron las posiciones ideológicas, ningún partido representa nada, son camarillas que viven del subsidio de las prerrogativas, y se reparten las prebendas económicas o plurinominales; hoy no hay en México ni un partido porque el PRI está muerto, el PAN está hecho pedazos, en el PRD sólo quedan los “Chuchos” y nadie más, y Morena no es partido, Morena es Andrés Manuel, pero no es una estructura territorial, es el liderazgo de un político diferente a la jauría política existente en el país, es un fenómeno distinto.

 

—Pero también Morena es la gente…

—Sí, pero que lo siguen a él. Morena es una etiqueta para seguirlo a él, es un liderazgo natural que no se había dado en el país durante muchos años, y que obedece al hastío de la gente en cuanto a la malas actitudes de los políticos y los gobiernos.

 

—La política también se prostituyó cuando se vinculó con los negocios.

—En la primera etapa de mi vida política, había una regla inalterable: el político no se mete en los negocios y los empresarios no forman parte del poder político, había una división tajante. Así se creía. Un amigo muy querido, Carlos Hank González, cometió el error –y se lo dije muchas veces– de pregonar que el político puede ser empresario, él era las dos cosas; yo creo que ahí se inició el derrumbe de esa delimitación que es tan importante, creo que tenemos que volver a la concepción de que político sólo es político, es una profesión que se ejerce como tal, y no debe estar vinculado a otro tipo de intereses porque eso afecta su desempeño.Yo ni rancho quise tener, soñaba con tener un buen rancho aquí en Chiapas y nunca me atreví a tenerlo porque pensé que lógicamente eso iba a cargar mi opinión y mi postura hacia los propietarios en detrimento del reclamo de tierra social.

 

—Estamos al final de otro sexenio y no se ve que Chiapas vaya sobre una ruta definida a un futuro mejor. ¿Qué pasa?

—Cuando fui gobernador traté de definir líneas de acción sobre las que empecé a actuar pero con la idea de tener una visión de un Chiapas de largo plazo, para efectos de darle continuidad a las acciones y así ir disminuyendo los rezagos. Qué pasó, que cada sexenio cada gobernador descubre e inventa un Chiapas, no que lo hagan mal, simplemente tiran a la basura todo lo anterior, empiezan de cero y no culminan su esfuerzo pues seis años no son suficientes; para la gravedad de los problemas seis años nada más es para apuntar las soluciones y señalar el camino que es lo que yo traté de hacer, esa es en gran parte la tragedia. Otro punto es que ya no hay carrera en la administración pública o en la política, se dan de alta de generales, hay gente que como primer cargo en su vida son secretarios en el gabinete del gobernador, o son presidentes municipales sin haber sido antes nada, y ¿qué sucede?, que definitivamente cometen muchos errores; si son bienintencionados tratan de inventar y meten la pata mucha veces, y si son malintencionados nada más ven qué se llevan; entonces yo creo que falta formación de cuadros, carrera pública, establecimiento de condiciones de continuidad, de otra manera las buenas intenciones no sirven para nada; las buenas intenciones no gobiernan, se gobierna con capacidad, con eficiencia y con buenas intenciones, pero como complemento, no como único componente.

 

—Pero la corrupción también es ya un factor importante que no permite avanzar.

—Al ser la política un proceso de acomodo de grupos y de alianzas de intereses, lo que la base ciudadana piense o decida no importa; ahora, si la estructura política se amarra con complicidades pues tiene que haber dádivas y prebendas, y el que da algo se queda y ahí viene toda la corrupción. No hay sanción ciudadana lo suficientemente severa, ¿por qué?, porque la ciudadanía podría castigar con el voto como sucedió con lo de Andrés Manuel, pero tradicionalmente no es posible porque un candidato es malo y el otro es peor, y el otro ahí se va, entonces las opciones eran tan limitadas que no había forma ni de premiar o castigar las conductas. Hoy ya se dio el fenómeno y ojalá continúe, y ojalá la gente se descubra que su voto fue determinante para derrumbar en parte un sistema y que Andrés Manuel sienta que dentro de tres años ese voto va a ser abrumador a favor o en contra, porque nos cumple o nos cumple.

 

—La aplicación del voto de castigo…

—Sí, pero ya consciente, deliberado, ya que la gente entienda que como ciudadanos valemos mucho, si ejercemos nuestro voto. Y debemos hacer tarea política, en tu familia, en tu colonia, en tu barrio, comentar, discutir, analizar, ir ayudando a formar conciencia, irnos constituyendo como células activas de protección de nuestros intereses ciudadanos.

 

—¿Sería positivo aprobar la revocación del mandato?

—Sí, porque seis años de mal gobierno es del carajo, es una eternidad, se pierde demasiado y los seis siguientes no son suficientes para reconstruir. Destruir o desbaratar es facilísimo, volver a armar, volverlo a encauzar es muy difícil. Yo llegué a Chiapas en condiciones muy difíciles. Teníamos el conflicto magisterial que llevaba diez años, la suma de los días que pararon las escuelas alcanzaba más de cinco años de clases, entonces había que poner orden; había más de mil 200 propiedades invadidas, había infinidad de reclamos de tierras de indígenas y campesinos desatendidos; hubo que hacer muchas cosas y ahora dicen “es que Patrocinio era un jijo…”. Bueno, es que yo no llegué a gobernar Suiza, si hubiera llegado a gobernar Suiza no hubiera comportado así; llegué a enfrentar problemas muy graves, muy serios, que implicaban tomar decisiones severas, firmes, enérgicas, en muchas de ellas muy acertadas, en otras me equivoqué, pero había que tomar determinaciones, no podíamos seguir agachados y dejar que el estado se incendiara. ¿Te imaginas lo que significa que en estos seis años se haya incrementado el índice de pobreza en Chiapas? Quienes han estado esperando algo mejor no les va a llegar y quienes algo tenían lo empezaron a perder. Solucionar eso requiere otra estrategia de gobierno, ¿cuál?, la de la eficiencia, no la de la popularidad.

 

—¿Cómo combatir la corrupción en sus dimensiones actuales?

—Creo que como barres las escaleras de tu casa, de arriba a abajo. Si el titular no es corrupto ni tiene cola que le pisen, nada más tiene que exigirle a los tres que están debajo de él: a la primera pillería en tu área, tú y el corrupto se van; ¿qué vas a lograr con eso?, que se reduzca la corrupción en 85 por ciento. Corrupción siempre la va a haber, pero si es una expresión mínima y no es una forma de gobierno, el avance es muy importante. Acabar con la corrupción al cien por ciento, no es posible en ninguna sociedad, es parte inherente de la naturaleza humana, lo malo es cuando es epidemia.

 

—¿No cree que también debe haber una refundación de las instituciones, porque ya están diseñadas para el saqueo?

—La verdad es que sí. El gobierno del estado tenía una estructura con Juan Sabines, entró Manuel, pero no quiso confrontar y quedó esa estructura, más una propia que estableció él. Ya es algo gigantesco que no hay forma de controlar, cuando si tú quitas la mitad de las dependencias de gobierno, empiezas a gobernar, ¿por qué?, porque ya puedo estar pendiente de ti y de ti, pero si tengo enfrente 30 ya no sé qué hace cada quien ni como lo vigilo. Las estructuras deben ser lo suficientemente claras y transparentes para poder evaluar su desempeño.

 

—¿Los órganos institucionales contra la corrupción también deben fortalecerse?

—Sí, pero creo que la vigilancia debe ser más ciudadana, si avanzáramos en los esquemas de transparencia, si pudiéramos checar en internet el presupuesto de una dependencia y cómo se gasta, como ciudadano o como periodista le aplaudes al gobierno porque ves que la parte que te interesa está impecable o bien puedes decir esto no es verdad. Pero el problema es que no sabemos qué pasa con el dinero público. Los actuales sistemas de vigilancia funcionan así: si agarro al corrupto lo sanciono, pero el chiste no es a ver si lo agarras, sino que el asunto sea tan transparente que definitivamente sea muy difícil ser corrupto.

 

—¿Cómo evalúa el sexenio de Manuel Velasco?

—Muy desafortunado. Se ha incrementado la pobreza, hay tensión y conflicto por todas partes. Un ejemplo, las comunidades indígenas merecen una reflexión, ¿es mejor que elijan a sus autoridades por la vía tradicional para conservar su unidad y su armonía, o les metemos la contienda partidista para que se dividan y se enfrenten? De repente te salen comunidades a decir: “yo soy Verde”; por favor, es un manipuleo espantoso, es desconocimiento político, eso no puede ser; se gobierna para generar armonía, la ley es el instrumento para armonizar las diferencias y darles cauce; si tus actos de gobierno llevan a confrontación o la división, es mal gobierno; un gobierno se juzga principalmente por la armonía y seguridad que genera.

 

—¿No escuchó Velasco sus consejos?

—Él siempre sintió que no necesitaba consejos porquesu carrera política fue tan espectacular, tuvo como nadie una gran aceptación popular, el reclamo por él fue impresionante. Nada más que la acción de gobierno requiere de experiencia y madurez, y él nunca había administrado nada. No había sido ni siquiera director administrativo de un área.

 

—¿Cuál fue su mayor error?

—Creo que no tuvo una concepción muy clara de gobierno, según las presiones fueron las reacciones; y en general, un mal equipo de gobierno.

 

—¿Por qué en Chiapas los hijos de los gobernadores quieren también ser mandatarios, pareciera que Chiapas es una gran hacienda donde las familias se reparten y heredan el poder?

—Yo no creo en eso. Creo que cada individuo construye su proyecto de vida. Mi padre fue un político destacado, pero yo no fui heredero de su carrera política, yo milité en las agrupaciones políticas opuestas a las de él. Yo llegué a ocupar mis cargos con más preparación que la que tuvo mi padre en su momento cuando él las ocupó. En ese caso yo no creo que sea malo. Ahora, el principio de la herencia, porque soy el nieto de, o porque hago periféricos con el nombre de mi abuelo, eso no está bien. Yo no creo en la herencia ni en la limitación, cada quien por su valía y por su propio peso. Ernesto Zedillo me ofreció una candidatura de diputado para alguno de mis hijos, y yo le dije que ninguno estaba capacitado para la tarea política. Ahora mi hija anda metida en el proyecto de Andrés Manuel, pero es una relación entre ellos. Yo no creo que ella tenga alguna pretensión política en Chiapas, alguna vez le ofrecieron una diputación por Palenque, pero declinó.

 

—¿Cree usted en la Cuarta Transformación?

—Esas etiquetotas no me gustan. Lo que México necesita es combate a la corrupción, alto a la impunidad y a la frivolidad, definitivamente un gobierno austero y republicano, y una reforma educativa importante porque no hay cambio en una sociedad sin educación. Si Andrés Manuel avanza en eso será no la cuarta sino la séptima transformación porque hará otro país, si no se avanza en eso, es etiqueta.

 

—¿Apoya el proyecto del Tren Maya?

—Ahora sí. Yo estuve en contra en el trazo anterior, cuando afectaba selva, comunidades indígenas y zonas arqueológicas, pero ya se rectificó; mientras se use el derecho de vía existente, está bien, es importante el proyecto, aun cuando se requiere de una estrategia de desarrollo turístico para que los turistas se queden más tiempo en Palenque.

 

—¿Entonces el tren ya no espantará a los aluxes?

—Se burlaron de mi hija, pero sí existen, son producto de la imaginación, de la tradición, de la cultura; los choles que trabajan en mi parque de verdad veneran e invocan a los aluxes, y si hay esa creencia es que sí existen en su realidad, como la paloma del espíritu santo existe en la realidad de los católicos.

 

—¿Cuáles son los límites del diálogo y de la ley para resolver los conflictos actuales de Chiapas?

—Creo que el diálogo se debe realizar al amparo de la ley, no por presión o por violación de la ley. Esa fue la diferencia que tuve con el presidente Carlos Salinas, yo le dije sí, vamos a dialogar con los zapatistas, pero deponen las armas y se identifican, y si no primero restablezco el orden jurídico y luego dialogamos. Creo que el diálogo es una instancia no es un fin, una instancia para que por la vía del convencimiento restablecer el orden social; si el diálogo se da, si es constructivo y positivo, que bueno; si no, el uso de la fuerza pública es una de las funciones que tiene el gobierno y debe hacer uso de ella cuando es necesario.

 

—¿Al costo que sea?

—Así es. Cuando tú rindes protesta dices: protesto cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan; nunca dices cuando no me dé miedo, cuando pueda correr un poquito de sangre, cuando se enojan los grupos afectados, cuando las comisiones de derechos humanos se rasguen las vestiduras; no, cuando se rompe el orden jurídico hay que restablecerlo; dialogas primero, abres el espacio de concertación, pero si no se da, restableces la vigencia del orden jurídico. Si no, cada grupo de presión es el que decide el destino de la comunidad y lo vemos en la realidad, cualquier grupito bloquea una carretera, agarra una gasolinería y reparte gasolina gratis, cualquier grupito toma una caseta de cobro; eso no puede pasar, porque si los grupos de presión son los que deciden el cauce de la acción gubernamental, las mayorías no organizadas están totalmente desprotegidas. El Estado de derecho es el que da armonía a los distintos intereses de la sociedad y los encauza; si no existe, esos intereses chocan y se cae en una condición de anarquía. Ahora, a veces eso no es popular, pero ¿para qué eres gobernante?, ¿para ser popular o para ser eficiente? Esa es la disyuntiva, y yo siempre quise ser eficiente.

 

—¿Es posible poner orden teniendo condiciones deplorables de pobreza y marginación?

—Yo lo que me preguntaría es desde cuándo no atienden a la gente, desde cuándo no se preguntan qué hacen y de qué carajo viven; posiblemente con un mínimo de apoyos productivos puedan salir adelante sin necesidad de caer en actitudes de bloquear carreteras; habrá quien aun teniendo la posibilidad de vivir bien lo intente hacer, pero a esos les pegas tres nalgadas y ya, pero la mayoría no tiene opciones. Gobernar es eso, observar las conductas de la gente. ¿Por qué lo hacen? ¿Por ser indígenas, porque son malos? No. Lo que pasa es que están más desesperados porque cada día se rezagan más. Yo te garantizo, nadie ha ido a verlos, lo hacen por necesidad.

 

—¿A 25 años del surgimiento de los zapatistas, qué opinión le merece el movimiento?

—¿Qué lograron a favor de los indígenas? Aparte de dividir a las comunidades, qué lograron? ¿Qué es autonomía? ¿Dejarlos en el desamparo, jodidos y sin opciones?, porque esa autonomía ya debería haberles permitido evolucionar y progresar, tener medios de desarrollo económico y cultural, yo no veo ningún avance en eso.

 

—¿Qué le recomendaría al próximo gobernador?

—Rutilio tiene la ventaja de ser abogado, el conoce perfectamente la teoría general del Estado y sabe cómo hacer funcionar a las instituciones. Para empezar, creo que va a adelgazar el gobierno, tenemos exceso de instituciones burocráticas. Y luego, oír a la gente, darle voz. La gente no se siente oída, no se siente atendida. Los políticos van a echar discurso pero ya no te quieren oír, la gente quiere que los oigas. Creo que crear mecanismos para oír a la gente es muy importante, con eso bajas mucho la tensión.

 

—¿Le hubiera gustado volver a gobernar Chiapas?

—¡Más que nada en la vida, el error más grande que cometí en mi vida fue no haber concluido mi sexenio! Caí en un esquema muy simple, Luis Donaldo Colosio me pidió que fuera yo a México porque tenía en contra de su candidatura a Manuel Camacho y a José Córdoba, quería que estuviera yo cerca del presidente protegiendo su candidatura y me dijo que a cambio de eso en su sexenio él le daría a Chiapas todo lo que fuera necesario para equilibrarlo en el desarrollo del país. Pero el destino decidió al revés y me quedé con el problema de conciencia de haber dejado el gobierno. Debería de haber una reforma constitucional para que el gobernador sólo se retire para enfrentar un juicio político o por causas de enfermedad, para que no se deje el gobierno por aventuras.

 

—¿Hay posibilidad de colaborar con Andrés Manuel?

—No tengo mayor relación con él, la cercanía que me atribuyen es por la cercanía de mi hija Josefa. No creo estar incluido en su lista de viables.

 

—¿Si se lo ofreciera?

—Depende. Si fuera una acción de servicio fundamentalmente para el restablecimiento del orden, sí me gustaría, un frente de combate serio. Ahora, para una posición cómoda, estoy más cómodo en mi parque, y ahí me mando solo. Me gustan las tareas difíciles, no me gusta el confort.

 

—¿Seguirá usted opinando sobre la vida política del estado?

—Siempre que me pregunten daré una respuesta, les guste a quien le guste o no les guste. Tengo un acervo de experiencias y de conocimientos que me permiten y me obligan a opinar. Eso no quiere decir que trato de manejar ni enseñarle a nadie. La disyuntiva es: ¿me lo llevo a la tumba toda esa experiencia, es mía o es de Chiapas o de los mexicanos? ¿La debo compartir o ya no debo meterme para que no me critiquen? Porque cada vez que saco la cabeza me agarran a “mandarriazos”. Pero no me importa, no me agreden ni me lastiman, no estoy buscando aplausos. Aun los que me atacan están haciendo publicidad a mis ideas.

 

—¿Cómo le gustaría que lo recordaran? ¿Cómo un buen político, como un buen gobernante o como un apasionado ambientalista?

—Como un hombre enérgico, con vocación de servir. No creo en la debilidad.

3 COMENTARIOS

  1. Muy buena entrevista y más las respuestas. No se puede negar que Patrocinio es y seguirá siendo un maestro de la política y la perseverancia en la práctica del «Imperio de la Ley». Habría aprendido de su padre don Salomón González Blanco y del político por excelencia que fue don Jesús Reyes Heroles. Muy bien y felicidades Edgar Hernández…

    • Muchas gracias Ruperto. Se podrá disentir de sus posiciones políticas o de sus modos de ejercer el poder, pero sin duda sus convicciones siguen siendo firmes. Es un político nato y, como tal, le gusta estar en el debate.
      Saludos.

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